Cuando una persona relevante nos deja, se le suele hacer un obituario. No seré, seguramente, la persona más indicada para hacerlo, pues no disfruté de su día a día y de su cercanía, sin embargo, los seres de luz como Espe, con que te toquen un par de veces en la vida, basta para que los reconozcas. Cuando a una persona se le ve “su luz”, se advierte su especialidad, se constata que no es como las demás.

Con todas las pruebas que le puso la vida, nunca se mostró víctima, por el contrario, ayudó a los demás en una continua trasmisión de equilibrio y paz. Así son los seres de luz como Espe; con mil problemas y dificultades sobre sus espaldas, siempre ayudando a los demás, contenta, con ganas de disfrutar de la vida siempre que podía.

Te has ido muy pronto Espe, y mira que has luchado como una jabata frente a la enfermedad. Yo, viéndote en tu rotundidad, en tu alegría, con la felicidad y el orgullo de tu nieto aupas, llegué a pensar que la vencerías, que te curarías, así te veía, luchadora y firme como una roca. Sin embargo, después de tantas luchas, te has ido como eras, discreta, sin grandes alardes, casi sin avisar.

Me consta que el vacío que dejas entre tus amigas es infinito. Que intentarán llenarlo con los recuerdos de todas las cosas que has hecho, con la dicha de haber compartido contigo, con el orgullo de haberte ayudado cuando estuviste tan sola.

Será fácil recordarla. A los seres con tanta luz se les tiene muy presente y cuando se les recuerda, están aún aquí en los pensamientos de las muchas personas que interactuaron con ella y esto ocurre porque teniendo muy poco, hizo mucho. Y además disfrutaremos de su hija, Sara, que es tan parecida a su madre, que por momentos no sabes muy bien con cuál de las dos hablas.

Ya te has ido Espe, del mundo terrenal al espiritual, ahí estarás con otros seres de luz, enviando alegría, ganas de juerga, de compartir y, a Sara, a tu yerno, a tu nieto, a tus amigas más cercanas envíales también razones y contenidos que ocupen tu vacío.