De la comisión parlamentaria sobre las mascarillas que pidió comprar la CEN al Gobierno de Navarra, en realidad, los hechos son transparentes y objetivos y están claros desde el principio. La Confederación de Empresarios de Navarra solicita ayuda al Gobierno de Chivite para surtir de mascarillas a las pymes navarras y poder así reanudar la actividad laboral tras los meses del confinamiento. El Gobierno, a través de la empresa pública Sodena, firma sendos convenios con Salud y la CEN y la empresa Albyn para garantizar el suministro en un momento de caos y urgencias. Todo fue público, publicitado y transparente. Eso ha vuelto a quedar claro. También que el problema surge cuando la CEN dejó sin cumplir el Convenio firmado con Sodena. Un cambio de criterio y de compromiso que sigue sin ser explicado. Sucunza, que no estaba en la CEN en el momento de estos hechos, sigue sin querer hablar. Tras la comparecencia de ayer, sólo la novedad de que las mascarillas están sin poder ser utilizadas porque la CEN exige una acuerdo previo con el Gobierno que le blinde jurídicamente para no tener que pagar las mascarillas que solicitó, que se pagaron con dinero público por su solicitud y que dejó sin pagar tras haberlas solicitado. El stock de 1,7 millones de mascarillas almacenadas en una nave no se pueden utilizar sanitariamente si no se le garantiza que no las tendrá que abonar. Es un escándalo a costa del dinero público. Es posible que el Convenio que firmaron Sodena y la CEN con el visto bueno de técnicos de ambas instituciones para agilizar la vuelta al trabajo de las empresas pudiera haberse redactado técnicamente mejor, pero vista la situación de urgencia, necesidad e incertidumbre para cientos de empresas y trabajadores en aquel complicado momento eso es irrelevante. No hay una lista amplia de responsables, pese a que todas las instituciones implicadas estuvieron de acuerdo en la operación y la publicitaron con satisfacción ante la sociedad. Realmente, solo hay un responsable, de haberlo: quien demandó ayuda con dinero público para solventar sus necesidades privadas y luego dio la espantada en su devolución. Más aún porque es imposible siquiera pensar, en un momento de tensión como aquel, que quien llama a la puerta del Gobierno reclamando ayuda desesperadamente, una institución de Navarra como la CEN, que además recibe cada año de los Presupuestos, en función de ese papel institucional, cientos de miles de euros (650.000 previstos para 2023), se iba a llamar a andana en su compromiso. De hecho, todos los informes elaborados por el Gobierno apuntan a la corresponsabilidad de la CEN. Lo demás solo es humo y lo importante es que las mascarillas, si aún tienen utilidad alguna, se utilicen. Porque emplear tiempo y dinero en este asunto tan claro cuando la sociedad navarra acaba de asistir a la venta a precio de subastilla del Circuito de Los Arcos tras dejar atrás un despilfarro de 70 millones de euros por echar una mano a un empresario amigo. O saber que Navarra haya pagado ya en el peaje en sombra de la Autovía del Camino casi el doble de lo que costó (710 por 390 millones de euros). O conocer que en 2006, Navarra gastó 1,3 millones de euros en dosis de vacunas contra aquella gripe aviar que acabaron pasadas de uso en cualquier lugar. Y creo que esto último, como el gasto en las mascarillas, puede ser una decisión de prevención general también imprescindible. Sin más.