187-156. Marcador final inapelable. El espíritu de la moción, reforzado. La oposición, abatida. Pedro Sánchez, exultante. Feijóo, empedrado. Un superjueves horribilis para la derecha. Todo en un pleno estresante. Agitado y tensionado dentro y fuera. Maratoniano, cansino y embrollado, pero de luces largas para un futuro político condenado a subsistir bajo dos bloques enfermizamente encastillados. Un corolario ideológico. En caso de duda, que pregunten a energéticas, bancos y grandes fortunas. Ya nada será igual desde esta madrugada. Claro está, seguirá atronando el ruido ensordecedor desde el estrado y desde varios micrófonos y, por supuesto, siempre quedarán los regueros de estiércol verbal, generalmente en el lado perdedor. El lado vergonzante de esta legislatura tan atormentada.

Se volvió a obrar el milagro. Un partido gobernante con menos de un tercio de los 350 escaños del Congreso corona colmado sus terceros y últimos Presupuestos consecutivos para abatimiento de una alternativa atónita y aguerrida por desesperada. Solo un prestidigitador sin escrúpulo ideológico alguno puede alambicar semejante pócima. Solo un presidente temerario, fiado a una indomable baraka, puede hilvanar las complicidades de una mayoría parlamentaria envuelta en sus cruzadas contradicciones, aunque favorecida por el marco de una política líquida. Solo desde el orgullo de abanderar desde el poder siquiera el primer trazo grueso de un nuevo modelo de Estado y, al tiempo, saciar su infinita vanidad se podría entender sin esfuerzo la asombrosa metamorfosis resultante entre aquellas propuestas del Sánchez candidato electoral y las osadas concesiones del Sánchez presidente y caudillo socialista. Solo una oposición ultramontana y negacionista puede causar semejante desafecto a los demás para cavar su propio aislamiento retorciendo arteramente el pasado, como si viviera resentida. Solo la debilidad numérica gobernante puede facilitar tan fáciles réditos a quienes le sostienen de despeñarse al vacío. Bajo estos vectores se ventiló entre interminables horas de tuits, abucheos, insultos, gritos soeces, provocaciones y alguna falsedad la aprobación de unos Presupuestos expansivos que no se cumplirán, la polémica abolición de una arcaica sedición jurídica y un populista impuestazo de muy corto recorrido finalista a quienes más dinero ganan.

Al grano: a un año de las generales, pendientes todavía de la suerte de las elecciones locales y de la resonancia de la presidencia europea de España, el PSOE recupera con fuerza el aliento cuando decenas de dirigentes y afiliados temían por su futuro; se desinfla el primaveral globo ilusionante de Feijóo; y la ultraderecha entre disensiones internas aúlla desde el monte provocando el escalofrío de la sensatez. Y todo ha virado en cuestión de mes y medio. Por eso, en días como ayer, el CIS de Tezanos se hace presente de cuerpo y alma. No es de extrañar, a cambio, que en las próximas horas otra macroencuesta aparezca para levantar el ánimo en Génova.

Con la sedición de por medio, los Presupuestos se han politizado al infinito. Bien es cierto que tradicionalmente se asemeja a un mercado persa al margen del color del Gobierno. En este caso, ERC ha inflamado el escenario con su reivindicación estrella. Ese cambio de cromos de los republicanos independentistas, consentido por Sánchez, enerva al sentido patrio. En un Estado español tan hambriento del debate territorial solo hay sitio para defender su unidad. Tampoco el gesto pirómano de conceder a EH Bildu la gracia de arrancar la concesión de las transferencias de Tráfico en Nafarroa, años atrás concedidas también al PNV, apacigua las soflamas derechistas. Peor aún: propicia alegatos fatuos como el de un desmemoriado García Adaro o manipulaciones intencionadas de tertulianos que así avivan las llamas del incendio. Demasiada bilis.

Así las cosas, flota en el aire de la cordura si el PP ha entendido la profundidad de esta cascada de derrotas. Su pasmosa orfandad y el quietismo de su discurso reiterativo cultivan el desaliento cuando se trata de analizar las expectativas reales de recuperar el poder. Hace unas semanas creían haber tocado el cielo. Ahora, al caer a la cruda realidad en un demoledor jueves plenario, les escuece la herida por el mensaje que encierra este nuevo sopapo. Están solos. Además, si en su reconquista necesitan del apoyo de voces como las escuchadas estos días a diputad@s de Vox deberían hacérselo mirar, sobre todo por el bien de la libertad y la convivencia.