“Si hay césped, hay partido”. No sé cómo sonará esta sentencia ahora que la selección española ha salido de Qatar. Podría tratarse de una cita de Luis Enrique, que seguramente volverá a su sillón de streamer a petición pública de su afición. Pero no, son palabras de un concursante de First Dates que acabo de leer en un titular. Y no he podido resistirme a la llamada de la selva. Hay algo que creo que no se le puede discutir a este programa, el casting, la selección de personas y personajes que se sentarán a la mesa de un restaurante para tener una primera cita. No es un experimento sociológico, ni un documental, ni la vida real, es televisión, por eso muchas veces prima la proporción de personaje sobre persona que hay en los invitados. No sé si eso es lo que pensaría Isa cuando el tipo que tenía sentado delante, Charlie, le argumentaba cosas como que “a mí no me importa que tenga vello púbico la mujer, otra cosa es que eso sea como el porno de los 70, que eso parezca como Tarzán”. Sin entrar a valorar la construcción de la frase, que alguien a quien no conoces y con el que se supone que estás abriendo la puerta de la posibilidad te suelte eso mientras te llevas a la boca por ejemplo una cucharada de sopa... no sé. No sé qué experiencias previas habrá tenido, si en otras ocasiones le habrá funcionado el estilo suicida ni cómo traducirá confianza, humor o vulgaridad este hombre. Al margen de los Charlies del mundo, la verdad es que las primeras citas son pura montaña rusa. Expectativa, diversión, marketing, proyección, examen, campo minado. Son demasiadas cosas. Te juegas mucho, estrenarte con un buen partido, la clasificación, la esperanza del paso a finales. Es fácil que la tensión nos pase factura y nos haga jugar mal. Pero también es cierto que cuando no hay nivel, se ve enseguida. “Podemos estar orgullosos de lo que hemos hecho pero deberíamos estarlo mucho más de lo que no hemos hecho”. Filósofo, pesimista, lúcido, desconozco si Emil Cioran habrá disputado muchos o pocos encuentros pero sí marcó este gol.