LA grave crisis institucional fruto de un choque de poderes sin precedentes y de patrimonialización de los máximos órganos, incluido el incumplimiento flagrante de la Constitución, que está viviendo el Estado español hizo levantar algunas falsas expectativas sobre las referencias, tanto en contenido como en el tono empleado, que haría a la situación el rey Felipe VI en su tradicional discurso navideño. El monarca, sin embargo, se volvió a esconder detrás de la palabrería más bien vacua, inconcreta y abstracta sobre los riesgos de la “erosión de las instituciones” y la división social. Lo que está sucediendo en la política española y en los poderes del Estado, por contra, es mucho más grave y va mucho más allá que una simple “erosión” institucional y una legítima confrontación democrática. Resulta, por ello, un sarcasmo que el jefe del Estado llame al fortalecimiento de las instituciones para que estas “respondan al interés general, ejerzan sus funciones con colaboración leal, con respeto a la Constitución y a las leyes y sean un ejemplo de integridad y rectitud”. En primer lugar, porque la propia Corona no es modelo de esa integridad y rectitud que reclama. Asimismo, la generalización, además de falsa e injusta, diluye de forma grave las responsabilidades: si todos son culpables de la situación, nadie lo es en concreto. Y esta crisis tiene sus responsables, atrincherados en las máximas instituciones como el Tribunal Constitucional y el Poder Judicial, capaces de llevar su desafío hasta traspasar los límites y colocar esos órganos en los márgenes de la legalidad y la legitimidad democráticas y de imponer un veto al Parlamento como representante de la soberanía popular. La pretendida neutralidad que se le supone al rey no le impide ejercer su función moderadora. Ya rompió, de manera lamentable, la neutralidad en su discurso del 5 de octubre de 2017 referido íntegramente al 1-O en Catalunya, en el que sí concretó sus graves acusaciones hacia el independentismo y las instituciones catalanas. Por el contrario, ahora Felipe VI ha contentado tanto al PSOE como al PP –que mañana seguirán acusándose mutuamente de golpismo– y a buen seguro, a los responsables de la actual crisis aglutinados en el bloque conservador de las instituciones de la justicia en complicidad con la gran derecha política y mediática del Estado.