Estaba chistosa la portavoz socialista en el Parlamento Foral, Inma Jurío, cuando el otro día apeló a la “voluntariedad” y a la “libertad”, para justificar el voto en contra de su grupo a la incorporación de Mañeru a la zona mixta. Es difícil encontrar mayor ejercicio de voluntariedad y libertad que una petición suscrita por todos los concejales del ayuntamiento y respaldada por la inmensa mayoría de los vecinos de la localidad. Solo quieren lo que han hecho todos los pueblos de su entorno, dejar de pertenecer a la zona no vascófona. Pero va a ser que no. Todavía están alucinando en colores, sobre todo los que alguna vez han votado socialista.

Lo llamativo del caso es lo poco que le costaba al PSN dar luz verde a lo que le pedían mañerucos y mañerucas (que alguien explique a Inma Jurío, a Ramón Alzórriz, a María Chivite, de dónde sale ese sufijo -co). A primera vista, votar favorablemente a esta proposición de ley tenía más ventajas que inconvenientes para este partido. Habría evitado esa imagen de apisonadora insensible ante las demandas ciudadanas así como la bronca parlamentaria con sus socios de legislatura. Todo, a cambio de algo que no llegaba a provocar ni un mísero costurón en el actual estatus administrativo y social del euskera. Por si a alguien se le ha olvidado, estamos hablando de 436 habitantes y 12,89 kilómetros cuadrados. ¿Miedo a un hipotético coste electoral que beneficie a la derecha? Qué va.

Lo han hecho por puro y creciente talibanismo lingüístico. No sé en otros campos. En lo referente al euskera el balance de esta legislatura de gobierno entre diferentes tiene mucho de decepcionante. Y lo ha sido por el juego sucio del PSN, en permanente boicoteo a cualquier mejora en la consideración institucional de la lengua minoritaria. Cosas como lo de Mañeru te lo hacen recordar: si pueden, volverán a encamarse con UPN.