Esta historia se enclava a los pies de la pasarela cuya reparación ha dado tanto que hablar. Justo allá abajo está el Jito Alai, ese frontis que descansa en el Baluarte de Labrit y una esquina muy querida al tratarse del único espacio al aire libre en el Casco Viejo para el juego y la práctica deportiva. Sólo allá la chiquillería encontraba un lugar para dar patadas al balón y vueltas en la bici o el patín y, sin embargo, no hay manera. Espero que el Ayuntamiento mande retirar la maquinaria de la obra de la pasarela que aún se amontona por el Jito, que se limpie y arregle el suelo machacado y se adecente el espacio ajardinado. Claro que, cada sábado, el camión de las retransmisiones televisivas y un número variable de coches aparcarán en esa cancha por la cara para disfrutar de los partidos de pelota del cercano frontón Labrit y, de paso, jorobar el juego de los críos. Ocurre desde hace años. El Ayuntamiento sabe que esos vehículos –al menos los particulares– no tienen permiso y asegura que impone multas pero, por lo visto, poco les importa a algunos. A quien sí le importa es a los vecinos que están presentando instancias ante el Registro para que, dado que tras las obras se ha liberado el espacio, el Jito vuelva a ser lo que un día fue. También, los fines de semana.