Tiene mala reputación el mercenario. Se la ha ganado a tiros. Cobrar un salario por matar gente es repugnante. Es como la profesionalización del asesino especializado, con el visto bueno, por inacción, de la comunidad internacional. Sicarios por encargo gubernamental con contrato a tiempo completo. Los soldados de fortuna aparecen en casi todos los conflictos bélicos que salpican la historia, en los Tercios de Flandes o en la invasión rusa de Ucrania. Luchan, por dinero, junto al bando que más pague, sin preguntar los motivos, sin interrogarse o directamente desconociendo los argumento que defienden los que disparan en frente.

La norma es: cuanto menos sepas mejor. Y obedecer las órdenes. Pelear para sobrevivir y cobrar para poder vivir. He leído que un soldado del grupo Wagner puede ganar unos 3.000 euros al mes. No soy yo quien debe contestar a la pregunta de si merece la pena: imagino que en esos batallones hay tantos estómagos necesitados como cabezas desordenadas. Parafraseando los chistes de Miguel Gila, ¿dónde encuentro la agencia que me provea 20.000 soldados para montar una guerra..? No solo es la muerte la que encuentra una oportunidad de negocio en los campos de batalla.