Nada me extrañaría que el hábito de depositar la basura acabe derivando en algunos casos en una práctica clandestina. Que los vecinos no comprometidos con el reciclaje busquen el cobijo de la noche, escaneen de un vistazo la calle para detectar un vehículo o gente sospechosa y deslicen su sombra por la acera a toda velocidad para alcanzar la zona de los contenedores. Todavía mirarán con recelo tratando de detectar un movimiento de visillos o una figura en un balcón antes de desprenderse de la bolsa como quien arroja la carga de droga en una redada. Incluso salvado el escollo, no hay que descartar que alguien le llame la atención desde una fachada próxima como ocurría con quienes salían a las plazas saltándose la cuarenta. Si nada de esto ocurre, aun puede emplear unos segundos en borrar las huellas digitales de la bolsa abandonada.

Demasiada película solo por no separar los desperdicios. Pero la información parece no calar en todo el mundo y, por ello, el Ayuntamiento de Pamplona y la Mancomunidad de la Comarca han decidido combatir el bolseo (ese neologismo para describir el abandono de las bolsas con residuos) desplegando agentes de vigilancia. Una patrulla basura, sin ánimo de ofender. En principio, su cometido será disuasorio, pero a futuro no está descartado multar a quien engorde esas barricadas verdes no solo con bolsas esparcidas, también con cartones, colchones, muebles de dormitorio, vasijas de baño o electrodomésticos, que de todo hemos visto. También ocurre alguna vez que los contenedores están a rebosar y no cabe una cáscara de huevo más; en ese caso, ¿hay que regresar a casa con la basura?

No es mi intención bromear con una práctica que contribuye a la sostenibilidad del planeta, pero eso de sentirse vigilado, de que puedan hurgar en el interior de tu basura buscando los restos del delito, me da hasta un poco de vergüenza, porque alguna vez han caído unos deshechos de lentejas en la bolsa destinada al papel y ha ido todo mezclado. Pero, ya digo, si se trata de avanzar en civismo sería bienvenida una patrulla que controle los ruidos nocturnos, a los que vociferan de madrugada y a los que a cobijo de esos mismos contenedores orinan y vomitan en la vía pública. Y esos residuos es imposible reciclarlos.