Aunque la esperanza es lo último que se pierde (así reza el dicho popular) y los servicios jurídicos de Osasuna, así como otros contratados para la ocasión (estaría bien saber algún día a cuánto va a ascender la minuta), están trabajando a destajo para defender el derecho del conjunto navarro a disputar la próxima edición de la Conference League (se lo ganó en el campo y de momento lo está perdiendo en los despachos), lo cierto es que la presencia de los rojillos en Europa se antoja harto complicada.

Pero lo más llamativo de todo es que la doble (o triple o cuádruple, vaya usted a saber) vara de medir de la UEFA está sirviendo para castigar a un club cuyos directivos actuales levantaron las alfombras para depurar responsabilidades sobre las malas prácticas de anteriores gestores, mientras que a otros se les permite huir hacia adelante (Barcelona) e incluso pactar sanciones a la carta (Juventus). Un despiporre, por no escribir una grosería.