Se mire por donde se mire, la derecha ha fracasado el 23-J por la aplastante razón de que no ha conseguido su objetivo. Y en el pack de PP-Vox también está UPN. Tres siglas que han venido proclamando la derogación de lo que denominan el sanchismo y que ahora asisten resignadas a la constatación de que no se vislumbra ni por asomo una mudanza en Moncloa.

Sabedor de que no tiene opciones reales de ser investido presidente, Feijóo reivindica, en un ejercicio de desmemoria, que se permita gobernar a la lista más votada. Justo lo que acaba de impedir él en Extremadura y Canarias, al margen de que se trate de un principio absurdo en una democracia parlamentaria. Porque me dirán para qué sirve presidir una institución si no se cuenta con apoyos para gobernarla. Es lo que se viene evitando desde 2015 en Navarra, donde los acuerdos plurales sin contar con la fuerza más votada han posibilitado configurar gobiernos sólidos después de la inestabilidad a la que condujo el Ejecutivo en minoría que tuvo Barcina entre 2012 y 2015.

Y es lo que va a repetirse en breve, habida cuenta de que existe base suficiente para que PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin vayan pronto a una investidura con el permiso de EH Bildu.