Los privilegios de la unión: a menor respaldo electoral, mayor renta institucional. Los tres socios de Gobierno perdieron músculo social en las urnas. El Ejecutivo, sin embargo, ha cuajado su prestancia: Presidenta, rango de Vicepresidencia para cada uno de los coaligados, y 13 consejerías (8 PSN, 4 Geroa Bai, 1 la rama foral de Sumar). Un exceso vergonzoso y caro. Impúdico. Nada cabal. Los ciudadanos pagamos, ellos cobran. La oficina de colocaciones a dedo aún no ha cerrado. Salvados los escollos de “sin mí no eres nada”, que Geroa Bai gritó y Contigo/Zurekin susurró, María Chivite celebró el 15 de agosto su asunción en cuerpo y alma al cielo de la Presidencia ayudada por los ángeles de EH Bildu. La mutua supervivencia política será otra vez la amalgama de una aparente cohesión interna entre un PSN que no remonta de su suelo electoral, una Geroa Bai en caída libre y con su lideresa camino del retiro dorado del Senado, y una renombrada coalición de izquierdas por debajo de sus expectativas. El mando a distancia –corta–, en manos de la izquierda abertzale. Quizá se hubiera merecido una vicepresidencia honorífica. El euskera, elemento medular de identidad, figura entre los desacuerdos pactados. El PSN se ha reservado las políticas lingüísticas en Administración y Educación. El mismo socialismo que trata de ganarse a los nacionalistas con la apertura al uso de las lenguas oficiales del Estado en el Congreso de los Diputados, se aferra en Navarra a una zonificación excluyente. ¿Y si PNV y EH Bildu condicionaran su apoyo a Sánchez a una revisión del empecinamiento socialista en Navarra? La alcaldesa Ibarrola ya no parece empecinada en el parking arboricida. Le habrá inspirado la imagen del cabestro que salió por los aires proyectado por un toro que buscaba el cuerpo de un corredor caído. La suspensión temporal de las obras, metáfora del cabestro salvador. ¿Lo sería el PSN ante moción de censura? Para el Privilegio de la Unión.