Venza o pierda este domingo la final (Inglaterra es un hueso duro de verdad), la selección española femenina va a volver del Mundial de Australia y Nueva Zelanda con una ganancia ya indiscutible: la de haber puesto al fútbol femenino en la mejor estantería del escaparate, para reclamo de todas esas niñas a las que hace falta captar para continuar creciendo.

Alexia, Bonmatí, Salma... Ídolos femeninos con las que las jóvenes se puedan identificar y aspiren a emular. Extender la base para normalizar un fútbol que hasta hace muy poco tiempo era irrelevante, aparte de blanco de las burlas de los machistas de turno y su frase favorita (“El fútbol femenino no es fútbol”). Cambiar a la vez que la sociedad cambia y ayudar además a ese cambio. Un círculo virtuoso que cree más cantera para conseguir más éxitos que animen a crear más cantera. Y olvidarse de comparaciones odiosas. Y seguir avanzando.