Maldita la gracia

“¡Que un camarero tiene que trabajar 10 horas! ¡Joder, qué dolor! Pero si toda la vida en hostelería hemos hecho media jornada: de doce a doce”. ¿Le parecen esas declaraciones una broma? ¿Se ha reído leyéndolas? Es lo que ha salido de la boquita del presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España. Evidentemente, ha tenido que rectificar pero la culpa, como siempre, es nuestra, por no saber captar la “ironía”. ¿Estos son los que luego lloran porque luego no encuentran a esos mismos camareros que no quieren trabajar allí donde no se respeten sus derechos, o cómo va?

Llámalo explotación

Y encima tendremos que dar gracias porque no estamos como en Grecia. En una pretendida vuelta a la esclavitud, el Gobierno conservador quiere impulsar una reforma laboral con jornadas de 13 horas diarias, 78 horas de trabajo a la semana y ampliación de 5 a 6 días laborables. Me horripila sólo de escribirlo. Las protestas han comenzado a sucederse por todo el país. No es para menos. Algo me dice que debemos mantenernos pendientes de cómo termine este asunto, porque ya se sabe de lo que dicen de las barbas del vecino. Suena a distopía pero, por desgracia, no es nada descabellado.

Aire tóxico

Ya para rematar, si no se nos lleva la enésima crisis social, lo hará la climática. Según The Guardian, el 98% de los habitantes en Europa habitan en áreas con niveles de contaminación que exceden los límites seguros. Dicho de otro modo, que el 98% de las y los europeos respira aire contaminado. Solo se salva Suecia (en estos también, los nórdicos como ejemplo). No se libra casi nadie pero lo sufren especialmente las comunidades con menor desarrollo y bajos ingresos. Los expertos señalan que la crisis demanda acciones urgentes con implementacion inmediata. ¿Esto no lo hemos oído ya? ¿Y por qué seguimos así?

El foco, donde hay que ponerlo

Madre mía, cuánto nos falta de educar. Ante el caso de las imágenes falsas de menores desnudas, generadas por Inteligencia Artificial, ¿de quién es la culpa? ¿De las empresas que han desarrollado la tecnología que haya permitido que este esperpento ocurriera? ¿De los menores que cada vez hacen menos cosas de menores y más delitos? Porque no, ni estamos ante una broma, ni “son cosas de críos” ni exageramos un ápice con el tono de alarma. “Desviste a chicas gratis” se anuncia la infame app. Mientras llega la necesaria regulación, ¿qué tal insistir en que no hay que hacer, ni aplaudir, ni reenviar este tipo de contenido?

Una filfa

No he sido capaz de llegar a comprender qué son los NFTs (Tokens No Fungibles). Más bien, no he llegado a oír los cantos de sirena de quienes se arrojaban en brazos de esta nueva forma de inversión. Prometían revolucionar la forma en la que hacíamos dinero. Un renacimiento financiero, tecnológico, creativo, colaborativo, cultural. Ahora, por fin, se acaba de confirmar a voces lo que se intuía desde un principio. 23 millones de usuarios son propietarios de tokens no fungibles que ya no valen nada. Un nuevo proyecto fallido. Una filfa, vamos.