Caen los nacimientos en Navarra y crece la presencia de perros en los hogares, sean estos unifamiliares o cualquiera de los modelos en uso. Yo creo que lo uno tiene algo que ver con lo otro. No digo que los canes estén suplantando a los bebés, pero está ocurriendo algo parecido. Incluso en conversaciones sobre el animal hay referencias de los dueños entre sí como “papá” y “mamá”. Datos empíricos recogidos en mis paseos me certifican esa nueva realidad: cada vez encuentro más personas que en lugar de uno llevan dos animales encadenados. En general, ha habido un boom por los animales domésticos, y en particular por los que dan compañía y son capaces de interactuar. En paralelo se ha desarrollado toda una industria en torno a las mascotas; no hay más que ver cómo han proliferado las consultas de veterinarios, las peluquerías caninas, los hospitales especializados y todo un inmenso mercado de utensilios y hasta ropa. Vaya por delante que todo esto no me parece exagerado porque durante años he sido cliente habitual; además, si adoptas un chucho lo correcto es que le dispenses el mejor trato posible y cada uno se pone los límites.

Pertenecen al pasado aquellas imágenes de canes que se consumían en vida atados a una cadena que apenas les permitía dar unos cortos pasos; o las ejecuciones que realizaban algunos cazadores cuando el bicho ya no les servía para sus propósitos. Tanto ha cambiado el trato y la sensibilidad que ahora si el animal enferma de gravedad, los responsables optan por una inyección que ponga fin a su sufrimiento de forma plácida. Ocurrido el deceso, ofrecen opción de cremación y de urna con cenizas. Todo eso.

Hay quien considera desmesurado tanto cariño y atenciones, pero cada uno es libre de administrar sus afectos y sus gastos. Y así como es habitual compartir avión, tren o barco con gente que viaja con su mascota, cada vez es más frecuente encontrar no solo hoteles que aceptan su presencia, sino locales de hostelería que admiten animales y que ofertan también menús especializados. 

Decía al principio que puede dar la impresión de que los perros rellenan espacios de afecto no consolidados por otras vías y creo que algo de eso hay también. Piden muy poco y dan mucho. Pero, como a los niños, hay que educarlos. Y eso no es una moda, es una obligación.