Todavía no hemos conocido cual será este año la palabra del año de la RAE. Sí la de Euskaltzaindia, que ha elegido zerrenda, no con el significado común con el que la usamos sino por el triste protagonismo del topónimo Gazako zerrenda’ (Franja de Gaza’), con el que situar el drama humano que se vive en la zona desde hace meses. A veces las palabras lo dicen todo, otras se quedan muy lejos de alcanzar lo que persiguen. Las no dichas apenas cuentan, pero las que solo persiguen el ruido quizás sería mejor que nunca se hubieran pronunciado.

Ruido y mucho es el que está protagonizando UPN y quienes le siguen en su deriva política, con el apoyo de la ultraderecha, ante lo vivido estos días en Pamplona. Los regionalistas tienen todo el derecho a la palabra, al enfado político, a la crítica, a la no aceptación de una decisión que les quita poder y les coloca en una situación compleja de cara a sus estrategias, pero de ahí al insulto y a las barbaridades que están vertiendo para tratar de descalificar una decisión legal, legítima, acordada entre partidos y respaldada por los votos progresistas de la mayoría de los pamploneses y pamplonesas hay un trecho peligroso. Escoria, traición, infamia, miserables, indignos, despreciables... No todo vale en el discurso político, donde la palabra, esencial en democracia, acaba perdiendo su verdadera razón de ser, su valor para dialogar y buscar acuerdos, justo lo contrario que consigue el griterío y el ruido dañino que tanto estamos escuchando.