Desde que se hizo público el acuerdo entre PSN y EH Bildu para presentar una moción de censura contra la alcaldesa de UPN, el alboroto político y mediático fue clamoroso contra el desalojo de Cristina Ibarrola del sillón municipal de la capital navarra. La berrea, que no la argumentación, fue en tres direcciones: una primera, lógica, por verse UPN privada de la joya de su corona, la alcaldía de Iruñea; la segunda, por ser EH Bildu, gran infamia, quien tomase el bastón de mando; y la tercera, por ser el desalojo parte del acuerdo de investidura de Pedro Sánchez. Contra todo ello, fuego gr5aneado.

Llevan los dirigentes de UPN semanas hiperventilando y, como era de esperar, al coro de insultos, denuestos y catastrofismos se incorporaron todas las derechas carpetovetónicas en patética cruzada. Una vez más, la patria está en peligro. Nunca como en estos días se han escuchado arremetidas tan graves, tan injuriosas, tan hiperbólicas como las que se han dedicado al presidente Sánchez, al PSOE, al PSN y a sus dirigentes. Desde la “escoria” de Javier Esparza al Sánchez “comunista” de la ínclita Díaz Ayuso. Qué decir de las afrentas a Joseba Asiron, los tópicos truculentos dedicados a EH Bildu, de la truculencia de “Otegi alcalde de Pamplona” o, ya puestos, “ETA a la alcaldía” de la capital navarra. Como compendio de todo este despropósito, basta con el discurso de despedida que leyó la alcaldesa desalojada, Cristina Ibarrola, repleto de despecho, chulería y provocación. Anunciando calamidades y espantos, evocaba al soneto de Miguel de Cervantes en el que describe a un valentón con ganas de pelea que “incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Se celebró el pleno, Asirón es ya alcalde de Iruñea, se dispersaron al aperitivo los partidarios de ella con sus banderas y los de él con sus txarangas y se acabó el sainete. Bueno no, por faltar que no quede: la Ibarrola remató la feria asegurando que “antes de ser alcaldesa con los votos de Bildu prefiero fregar escaleras”. Un pronunciamiento, supongo, que habrá escandalizado al sector de la limpieza.

Se acabó el circo y ahora toca trabajar, que buena falta le hace a un Ayuntamiento inoperante desde hace cuatro años. La derecha navarra, fiel discípula de la española, seguirá añadiendo escandalizada en su hostigamiento interminable el pacto satánico de Sánchez con EH Bildu en Iruñea al espantajo de ETA, las víctimas (“sus” víctimas), la amnistía y el España se rompe. Pero a la ciudadanía pamplonesa se le ha revuelto la esperanza. Hay al frente del Ayuntamiento un equipo capaz y el PSN abandona su papel de acólito, cuando no compadre, de la derecha navarra y su visceral rechazo a cualquier aproximación al vasquismo en sus acepciones política o cultural. Ha dado el paso, por fin, que inexplicablemente no dio hasta ahora para propiciar una alternativa progresista en Iruñea. Queda mucho trabajo por hacer, y ya casi se han olvidado las bravatas de la censurada Ibarrola y las fanfarrias de su UPN en tierra de nadie.