“He visto cosas que vosotros nunca creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser...”, recitaba uno de los protagonistas de Blade Runner. En Pamplona, en la mañana del pasado jueves, también se vieron cosas. No los incidentes que se empeñaron en difundir ciertas televisiones –más bien personal de compras, algún turista y mucho frío-, aunque al llegar al Ayuntamiento la cuestión era otra. Yo vi policías nacionales pasearse con gorra (y sin casco) por entre una multitud de gentes de Bildu y compartir los esfuerzos del equipo de seguridad que esta formación montó para frenar posibles encontronazos. Vi a esos mismos simpatizantes aplaudir la salida de los concejales socialistas y, casi, no pitar la de los regionalistas. Yo vi en unos pocos metros cuadrados de plaza a más políticos y ex políticos que nunca en mi vida. Bastaba girar la cabeza y ahí estaban, de todos los colores. Vi también a una alcaldesa que entró en el Consistorio como tal y salió de edil rasa, aunque esta conversión era previsible. Lo que no imaginé es que además de perder el cargo perdiera las formas y, quizás, a algunos adeptos que lo fueron hasta la última frase, esa que le perseguirá el resto de su carrera política.