El primer paso es decir que la F1 ha elegido Madrid por su libertad y sus cañitas, cuando vas a pagar para que venga 500 millones por 10 años (más que ninguna otra ciudad europea). El segundo, decir que no costará ni un euro público, cuando el promotor (y avalista) es IFEMA (31% de la comunidad y 31% del ayuntamiento).

El tercero, sacarte de la oreja un retorno económico que no se cree ni el que asó la manteca (500 millones por año). El cuarto, repartir el negocio real –el circuito- entre tus amiguitos empresarios de siempre (y algo habrá que echarle al comisionista Tomás Díaz Ayuso, ¿no?). Sin reparar en gastos ni amilanarse ante los sobrecostes, que ahí está el chollo.

Y el quinto, sin prisa pero sin pausa, ir buscando ya un nombre para el caso de corrupción que se juzgará dentro de 10 o 15 años... Que el PP repita en Madrid la infamia de Valencia (300 millones por cinco carreras) define muy bien a sus votantes. Se lo tragan todo.