El juicio a Dani Alves por un presunto delito de violación cometido la noche del 30 de diciembre en una discoteca de Barcelona ya está visto para sentencia, pero antes de que se conozca el fallo es un procedimiento que marcará otro antes y después en la erradicación de la violencia contra las mujeres. En primer lugar porque ha servido para que se vea la importancia, en sus aspectos positivos, que son muchos, de la ley del solo sí es sí, la norma sobre garantía integral de la libertad sexual aprobada por el ministerio de Irene Montero y que ha supuesto la aplicación de una serie de medidas y modificaciones legislativas, que ya se han visto reflejadas en el proceso contra el futbolista. Medidas que sirven sobre todo para apoyar y respaldar a la víctima y que comenzaron en el lugar donde se produjo la agresión, donde en todo momento se dio credibilidad total a la versión dada por la mujer agredida por Alves y se activó el protocolo No callamos a rajatabla.

Creer a la víctima parece obvio, pero no lo ha sido en muchos casos de violencia contra las mujeres y menos cuando las agresiones se producen en un ambiente de ocio y con un acercamiento previo entre la víctima y quien comete la agresión. Y es que tal y como están reconociendo expertos y expertas estos días a raíz de este juicio, se ha visto que con la ley del solo sí es sí cambia el tratamiento integral que se da a las mujeres víctimas de una agresión sexual, lo que da garantías a las denunciantes que antes no se daban. Y esto se concreta en muchos aspectos que han quedado ahora de manifiesto en el juicio contra Alves. El primero de ellos es la propia denuncia, el llegar a denunciar siendo el agresor alguien famoso con el que además la víctima ha hablado y bailado previamente. Nos podemos imaginar cuántas veces se habrán dado situaciones similares en esos reservados que nunca han salido a la luz.

Cuántos hombres creen todavía que por ser quien son pueden disponer del cuerpo de las mujeres sin respetar su voluntad. Es digno de destacar el protocolo que activó la discoteca Sutton, que como se ha visto ha sido determinante, desde el portero que se dio cuenta de que algo había pasado, hasta la llegada de los Mossos d’Esquadra arropando en todo momento a la joven agredida. Sin cuestionarla. Sin juzgarla, sin cargarla de responsabilidad por haber entrado a ese baño donde fue agredida sexualmente contra su voluntad. Y es que ya no es preciso recalcar en esa situación que no es no, con un “no”, que implique resistencia. Porque ahora ya ‘solo sí es sí’, con consentimiento, dejando claro que el sexo sin consentimiento es violencia. Queda por ver la sentencia, pero al menos el procedimiento ya he servido para dejar claro que es esencial garantizar los derechos de las víctimas de violencia machista.