Hago mía la sentencia de Daniel Innerarity en la red social X: “Como regla general, en política se explican mejor las cosas por una chapuza que con una sofisticada intencionalidad”. Viene a ser una versión actualizada de la célebre Navaja de Ockham, que establece que, en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable.

Por lo que vamos sabiendo, en el caso del autoenredo del PP con la amnistía, el principio va a misa con actitud de beatones irredentos. Y no lo digo ya porque, como ha ocurrido, era de cajón que las negociaciones con Junts acabarían conociéndose con pelos y señales, arrastrando por el estiércol toda la firmeza de plexiglás exhibida en contra del perdón a los dirigentes del procés.

Mucho más incomprensible es haberse abierto en canal a la negociación para conseguir los votos de los postconvergentes cuando, en el imposible caso de haberlos conseguido, habrían perdido automáticamente los de Vox. ¿O es que pensaban que los abascálidos se apuntarían al jumelaje?

También con ERC

La pregunta se queda en retórica a la vista de lo último que se nos desveló ayer. Los aprendices de brujo genoveses estaban tan convencidos de que conservarían el respaldo de su socio de extrema derecha, que también buscaron el modo de negociar con Esquerra, aunque los de Junqueras los mandaron a jugar a pala.

Es lo que reveló ayer la secretaria general de los republicanos, Marta Rovira. ¿Y por qué habríamos de creerla? De nuevo, acudimos a la explicación más sencilla. Si el PP, dejando a Judas en aprendiz, negó ni se sabe las veces cualquier contacto con Junts hasta que han acabado cantando la gallina, es altamente probable que pretendieran lo mismo con ERC.

En el desmentido de las últimas horas, Alberto Núñez Feijóo rozó el filo de la arriba mentada. “¡Cualquier día dirán que le ofrecí un ministerio a Bildu!”, espetó sin darse de cuenta de que muchos pensamos para nuestros adentros que ya no nos extrañaría tal circunstancia.

Por cierto, qué momento para que Aitor Esteban desvelara aquella jugosa oferta que el PP hizo al PNV en plena berrea de la investidura.