Como comprenderán, tengo que seguir más o menos la actualidad informativa, algo que en alguna ocasión he comparado con tener que levantar cada mañana y luego varias veces al día las tapas de los contenedores y aspirar el olor. Así, llevo un par de semanas asistiendo al cambio de rumbo que ha tomado de nuevo la prensa, especialmente la nacional, acerca de los dos grandes asuntos mundiales: Gaza y Ucrania. Tras unos meses en los que la invasión rusa de Ucrania pasó a un claro segundo y hasta tercer plano, ha vuelto con fuerza y actualmente ocupa más espacio que la propia masacre de Gaza. ¿Es pura casualidad, hay interés detrás en minimizar los actos de Israel, se busca que la comunidad internacional vuelva a apoyar el envío masivo de armas y dinero a Ucrania? No lo sé.

En Ucrania, poco o nada ha cambiado la situación desde hace un año, aunque lo obvio es el fracaso de la llamada contraofensiva ucraniana de verano, contrarrestada ahora por una ofensiva rusa que sí está dando resultados, ante la supuesta falta de tropas y material de Ucrania, perjudicada por la paralización de la ayuda estadounidense, casi 60.000 millones de dólares pendientes de la tramitación en el Congreso, aunque ya está el visto bueno de 50.000 en 4 años vía la UE. Ucrania necesita financiación y armas externas para sobrevivir, puesto que ganar son palabras mayores, que se pronuncian pero que creo que en realidad ninguno de los presidentes mundiales tiene como algo realizable.

Incluso la OTAN habla de apoyar para lograr la mejor posición en una mesa de negociación. Pero, mientras, los combates continúan y Putin, pese a golpes de imagen como la muerte del opositor Navalny, sigue confiando en su poderío para lograr sino todos sí parte de sus objetivos. Mientras, los gazaties valen cada día menos. En la bolsa de la información, estas semanas cotizan más bajo, mientras USA veta en la ONU un alto el fuego.