Koma, una salud de hierro

El pasado domingo, Koma ofreció su tercer concierto consecutivo en Zentral. A pesar de haber reventado la sala los dos días anteriores, el cuarteto no mostró ni la más mínima muestra de cansancio. Muy al contrario, Brigi y compañía ofrecieron una actuación sin fisuras, derrochando actitud y sudor, además de, por supuesto, ese sonido granítico que les caracteriza y que les ha llevado a ser considerados como una de las principales referencias del metal nacional. Y es que, si su primera época de actividad fue gloriosa, esta segunda etapa que actualmente están desarrollando parece estar superando incluso lo logrado en sus inicios. Cuando, en 2018, el grupo anunció su regreso a los escenarios, la expectación fue enorme y la gira discurrió con gran éxito de público, agotando las entradas de gran parte de las salas por las que pasó. Entonces, Koma se echó a la carretera con un álbum recopilatorio, La fiera nunca duerme, en el que regrabaron algunos de sus temas más conocidos.

Pero, como reconoció Rafa Redín en la entrevista que concedió a este medio, para ellos, un grupo sin canciones nuevas es un grupo embalsamado, y como no quieren que ese sea su caso, el cuarteto navarro publicó en marzo su nuevo disco, Una ligera mejoría antes de la muerte, el primero con material inédito desde aquel lejano ya La maldición divina (2011). Trece años después, el nervio creativo no se ha entumecido, como bien puede comprobarse en las once canciones que dan forma al trabajo. Y tras una buena acogida por parte de su público, ahora llega el momento de presentarlo en directo, que es lo que están haciendo ahora.

En su caso, además, es lo que hacen literalmente, pues tocaron nueve de las once canciones que lo componen. Y eso, además de honrarles, demuestra que el nuevo material tiene la suficiente calidad para abrirse paso entre los viejos clásicos. Comenzaron con los tres temas que abren su último disco: Dinamítalos, El viaje y La máquina del tiempo, que el público recibió con intensidad. Después, como era de esperar, fueron intercalando viejos himnos, como Tío Sam o Vaya carrera que llevas, chaval. Es evidente que este tipo de rescates apela a a la nostalgia y cuenta con una complicidad especial por parte de los seguidores, pero no es menos cierto que la temperatura no bajó cuando el cuarteto se lanzaba a por cortes como Los desheredados o El exterminador. Sin perder en ningún momento ese sonido que les ha hecho grandes en el metal, enfilaron una recta final incontestable: Imagínatelos, La almohada, El marqués de Txorrapelada y El sonajero.

La pista era una continua sucesión de pogos, y así siguió en los bises, que se abrieron con la balada Palabras mágicas (el único remanso de paz en todo el concierto), antes de recuperar todo su voltaje para rematar (Bienvenidos a Degüelto, Mi jefe…). Muy buen concierto. Se confirma que, en contra de lo que parece dar a entender el título de su álbum, la salud de la banda es buena y la muerte queda lejana.