Shakespeare, por boca de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza: “¡Dios mío, si tuviésemos la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones, ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de mudanza con diversos colores”.

Por caos entendemos algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del caos, con lo que inevitablemente recurrimos al término “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que terminarán por configurar el puzzle inconexo del caos ordenado que se está gestando.

El citado efecto mariposa trasladado a sistemas complejos tendría como efecto colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro mediato pues los modelos cuánticos que utilizan serían tan solo simulaciones basadas en modelos precedentes, con lo que la inclusión de tan solo una variable incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista provoca que el margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien, de lo que sería paradigma el Brexit, el triunfo de Donald Trump, la irrupción de la pandemia del covid y la guerra en Ucrania.

El biológo francés Jacques L. Monod en su ensayo El azar y la necesidad (1970) explica que las variables del logos y el azar de la evolución humana serían aspectos complementarios de la necesaria adaptación evolutiva de los seres vivos ante los cambios drásticos para asegurar su éxito reproductor (supervivencia) con lo que asistiríamos a la irrupción de un “escenario teleonómico” en contraposición al llamado “escenario teleológico” vigente en las sociedades occidentales. 

El Brexit, la pandemia del covid y la guerra de Ucrania han escenificado el finiquito del “escenario teleológico” en el que la finalidad de los procesos creativos eran planeadas por modelos finitos que podían intermodelar o simular varios futuros alternativos y en los que primaba la intención, el propósito y la previsión y su sustitución por el “escenario teleonómico”, marcado por dosis extremas de volatilidad que afectarán de manera especial a sistemas complejos como el cambio climático, la detección y prevención de epidemias, los flujos migratorios, la Bolsa de Valores y el nuevo orden geopolítico mundial.

Así, tras la guerra de Ucrania, asistiremos al finiquito de la unipolaridad de Estados Unidos y de su papel de gendarme mundial y su sustitución por la nueva doctrina de la multipolaridad o geopolítica inter-pares, formado por la Troika EEUU, China y Rusia (G3) así como a la irrupción en el escenario geopolítico de la nueva ola desestabilizadora mundial.

En el plano económico, el crecimiento estratosférico de los precios del crudo y energéticos forzará a los países a adoptar políticas de decrecimiento con la subsiguiente contracción del comercio mundial. Ello provocará el finiquito de la globalización económica, teniendo como efectos colaterales el fin del turismo de masas, el retorno de las empresas deslocalizadas, la entronización de la economía circular y de los productos de etiqueta ECO que terminarán por perfilar el retorno a los compartimentos económicos estancos en el horizonte del próximo quinquenio.

El autor es analista