Se puede ser hipócrita de dos formas: de manera consciente o inconscientemente. Incluso se puede tapar bajo justificaciones, mirar para otro lado, mentirse, etcétera. Me explico: imagine que usted es presidente de un país. Que para seguir siéndolo se asocia con los enemigos de su nación. Que modifica el Código Penal para despenalizar el delito de sedición y malversación para que le apoyen. Que se afilia a terroristas por la misma razón. Que se vincula a partidos que le forzarán a cederles espacios en contra de los intereses de su patria. Que, presionado por los pactos suscritos con esos grupos, promulga leyes arbitrarias que perjudican a sus ciudadanos. Y después de arruinar a cientos de autónomos, después de asfixiarlos con un infierno fiscal, después de demonizar a los grandes empresarios, acusa a uno de ellos de no ser patriota por cambiar su sede social a otro estado. ¿No es esto ser hipócrita? El nepotismo, favoritismo, favor, amiguismo, enchufe, serían variantes de hipocresía más sutil. Y para subir la apuesta: favorecer a su hijo por cuenta ajena y después aconsejarle que sea honrado. En fin, aunque reconocer que se es hipócrita no es la vacuna, sí que es el primer paso para curarse. Y, sobre todo, recuerde: ¡la hipocresía es un monstruo invisible y feroz que anda detrás suyo para devorarle!