Los primitivos, cuando golpearon dos piedras vieron que hacían ruido y cuando repetían y repetían en distinto tiempo, más fuerte o más despacio, se dieron cuenta que sonaba distinto; como cuando lo hacían con un palo o con un palo contra un tronco.

Cuando escuchaban las caracolas marinas y oían el mar empezaron a concebir los milagros y la música. Así, poco a poco encontraron el sonido y el ritmo. Cuando ya tenían todo organizado, con la ayuda del cálculo, crearon el pentagrama y aquello fue como una bandada de palomas, como correr buscando la lluvia, la tormenta, el rayo, y meterlo dentro de casa para encender la luz y el fuego.

Cuando se salían del pentagrama fue la riada, el terremoto, el volcán que no lo podían controlar hasta que se acaba. Todo fue como una bandada de aves, la pasa de la migración más arriba de viento.

Los referentes en este campo de la ciencia y el arte son, entre otros, Sebastian Bach y Ludwig Van Beethoven , el Picasso de la música como Picasso es el Beethoven de la pintura, genios a los que todos toman como ejemplo e inspiración, (ya sean músicos de jazz como heavy metal) que han podido dedicarse a lo que les gustaba y a lo que sabían hacer con brillantez, nacidos para eso; con una diferencia: que a Picasso le reconocieron desde niño y Beethoven tuvo que sudar la camiseta hasta el final, porque, como era sordo, por las disonancias de la Novena sinfonía, obra representante de la humanidad, fue denostado por los más importantes críticos del mundo.

Como para fiarte de la crítica. Hacen bueno aquello de: “Lo que la naturaleza no da, la universidad no presta”, “Quod natura non da, Salamanca non presta” Y éramos pocos y parió la abuela.