Kaixo, papá. ¿Qué tal estás? Espero que bien. El rojillo Pablito Ibáñez fue el culpable de que la parroquia osasunista nos desplazáramos en masa a Sevilla a jugar la final de Copa. Que si vamos en coche, que si vamos en autobús, que si vamos en tren, que si vamos en caravana… ¡Qué locura!

Que si se iba a ver mal el partido en el campo de la Cartuja. Al final fue lo contrario. Solamente nos faltó ganarla. 

Papá, fue impresionante cuando 27.000 almas rojilllas entonamos al unísono nuestro Riau riau antes de que comenzara el partido. A los merengues la verdad que ni se les oía. Nosotros/as no paramos de animar en todo el partido.

Empezó el Madrid marcando pronto el primer gol. Pero daba igual, la afición rojilla siguió animando hasta que Torró logró la igualada. Fue la locura y seguimos animando. 

Y después los merengues metieron otro gol y no nos quedamos campeones. Pero daba igual. La marea osasunista siguió animando a sus jugadores a pesar de haber perdido. Sin embargo, los madridistas parecía que no habían ganado nada.

¡Qué sosos! Si llegamos a ganar nosotros/as, todavía estaríamos allí celebrándolo.

En fin, papá, como dice el dicho, “a la tercera va la vencida”. Volveremos a jugar otra final, la ganaremos y ya nos podremos ir al otro barrio felices y contentos/as.

Papá, recibe un abrazo muy fuerte de toda tu familia, tus sobrinos cada día están más grandes y te mandan un beso muy grande. Agur, papá! Gero arte!