El día 22 de diciembre del pasado año me dirigí a la oficina central de Correos de Pamplona (Pablo Sarasate, 9) para enviar tres libros por correo normal. El empleado de la ventanilla los introdujo en sus correspondientes sobres acolchados, los timbró y pagué el gasto debido. Tenían tres destinos: Madrid, Castelldefels (Barcelona) y Aizarna (Gipuzkoa). El primero llegó a los cuatro días, el segundo a los diecinueve días (sí, usted ha leído bien: diecinueve días) y el tercero está aún hoy desaparecido. Como respuesta a la desaparición del tercer envío, Correos, tras mi reclamación por escrito, me dice que, puesto que no lo he certificado, no puede darme información sobre su seguimiento. No voy a hacer ningún comentario. Busquen ustedes mismo el adjetivo con el que se podría calificar esta gestión.