En marzo, comenzó el procedimiento de una de las tres acreditaciones profesionales que había solicitado y que se imparte en el instituto Donapea de Pamplona. El primer día se dijo que el procedimiento era obligatoriamente presencial. De las cinco veces que he tenido que acudir, en dos ocasiones tuve que desplazarme sólo para firmar sobre la pantalla de un ordenador un documento ya informatizado en PDF y en otras dos ocasiones para concretar una cita y firmar, en total he tenido que recorrer mil kilómetros. Como tenía que acudir a otras dos acreditaciones e iba a tener que recorrer tres mil kilómetros, consulté el por qué era obligatorio que fuese presencial.

Me puse en contacto con el Instituto de acreditaciones profesionales que depende del Ministerio de Educación. Allí me dijeron que el procedimiento puede ser presencial y telemático sin obligar a nada y que las comunidades autónomas son las que deciden. Por lo tanto, el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra es quien ha decidido que el procedimiento se realice obligatoriamente presencial, no se sabe por qué.

Después de esto, accedí a la web del Parlamento de Navarra y me puse en contacto por email con el consejero de Educación, el presidente de la comisión y el resto de componentes de la mesa a excepción de una parlamentaria. Les expliqué la situación y les pregunté cómo era posible obligar a subir a Pamplona para firmar un documento ya informatizado cuando se puede hacer telemáticamente.

A día de hoy, de catorce parlamentarios, sólo uno ha contestado diciéndome que hará lo que pueda, al resto les da igual. Insistí con Olga Chueca, representante del PSN de la Ribera que me pidió mi teléfono y todavía estoy esperando la llamada.

La conclusión de todo esto, en primer lugar, es que por una obligación absurda, un residente de la Ribera debe recorrer tres mil kilómetros mientras que el que reside en Pamplona no recorre nada. Se discrimina a las navarras y navarros que no residen en la población donde se realiza el procedimiento de acreditaciones profesionales. En segundo lugar, que a los que votamos para que nos representen, se representan a ellos mismos y a sus partidos sin ningún pudor ni cargo de conciencia.