Muy queridos romeros y romeras, me dirijo a vosotros cuando se acerca ya ese día tan intenso, tan emotivo, tan vibrante de la romería. Ya el corazón se va disponiendo para el encuentro con nuestra Madre de Ujué. Se van agolpando los sentimientos que no dejan de ser contradictorios, ya que algunos van llenos de acción de gracias por hermosos acontecimientos que nos han ocurrido a lo largo del año y otros van marcados por la prueba, por la cruz que ha llegado en forma de muerte del ser querido, o de enfermedad… o qué sé yo…

De cualquier manera, a la entrada a la basílica sentir cómo nos mira a cada uno nuestra Madre de Ujué es algo que no se puede expresar con palabras. Son experiencias profundas que marcan la vida y son experiencias que fortalecen el día a día. Y el día sigue con momentos muy intensos… hasta la despedida donde, emocionados, le pediremos a la Virgen de Ujué que nos permita volver sus plantas a besar y, llenos de esa alegría, volveremos para nuestras casas. Todo muy intenso, muy emotivo y bonito.

En todo este recorrido quiero llamar tu atención, querido y querida romero y romera, de un momento que es central y que, quizás sin darnos cuenta, se va diluyendo. Me refiero a la eucaristía. Hay muchos romeros que no acuden a ese momento tan intenso, a ese momento que es el culmen de toda la romería, en que Nuestra Madre de Ujué nos dice: ahora os regalo lo mejor que tengo para ayudarte, para fortalecerte, para que puedas afrontar todo lo que has traído en tu corazón: mi hijo Jesús. Mi hijo se hace palabra para motivar tu corazón, se hace alimento para fortalecer tu voluntad, tu fe. Un cristiano vive principalmente y de manera especial el encuentro con el resucitado en la eucaristía. 

Como os he dicho, la romería tiene muchos momentos fuertes, emotivos, intensos, pero sin el encuentro con Cristo resucitado en la eucaristía, la romería se queda coja… y no dejamos que María nos haga el regalo más hermoso… Nosotros vamos faltando cada vez más a la eucaristía… María no falta nunca, y nos espera especialmente en ese momento.

Querido romero y romera, tu madre de Ujué te invita a la comida que es su hijo, ojalá le escuches y digas sí a esta invitación tan especial.

No lo dudes, será el culmen de ese encuentro con la madre y te quedará la fuerza para ser romero y romera el resto del año.

Un abrazo fraterno

*Romero y párroco de Ujué