La tradicional romería a Ujué/Uxue volvió el pasado domingo, como dicta la tradición, en el domingo posterior a la festividad de San Marcos, que se celebra el 25 de abril. Hasta la basílica de la villa, desde la madrugada del domingo partieron unos 3.000 peregrinos y peregrinas procedentes de Tafalla, Beire, Santacara, Murillo el Fruto y Pitillas que disfrutaron de una soleada jornada.

En un día marcado por la fe y también la tradición que se ha ido transmitiendo durante generaciones, varios cientos de romeros participaron en la caminata y abrieron así el ciclo de las visitas que se irán sucediendo durante este mes por parte de diferentes poblaciones de la Zona Media de Navarra.

Romeros procendentes de Santacara, a su llegada a Ujué.

De esta forma se va renovando una costumbre que se remonta al siglo XI y que se mantiene generación tras generación por parte de devotos de la Virgen e Ujué que acuden hasta su basílica tras recorrer al rededor de 20 kilómetros vestidos con capillos y portando cruces de madera.

Como cada año, la capa morada que llevaba el párroco tafallés Fermín Macías fue entregada al de Ujue, Javier Ecay, y Jesús Arrezubieta, alcalde de Tafalla y el de Ujué, Rubén Sánchez, realizaron el tradicional intercambio de vara de mando.

De madrugada

Como cada año, los romeros y romeras partieron desde muy temprano de sus municipios, como los de Santacara, quienes partieron hacia las cuatro de la madrugada. La corporación de Tafalla salió de su ciudad a las 5.30 horas de la mañana, y llegaron a San Martín de Unx dos horas más tarde, desde donde volvieron a partin junto con los vecinos y vecinas del municipio. A las 8.00 horas estaba programada la llegada al puente de Ujué y a las 8.45 el almuerzo popular.

Centenares de personas, a la entrada de Ujué.

A las nueve de la mañana se hizo la salida de la Cruz de los Romeros de los pueblos y a las 10.30 horas en el interior del templo se llevó a cabo la Misa Mayor, oficiada por el arzobispo. A las 12 del mediodía se celebró la Misa de los Auroros de Tafalla con sus cánticos tradicionales. Tras las comidas y el rezo del Rosario, los peregrinos y peregrinas se despidieron de su Virgen.