¿Cómo recuerda un padre la fecha del cumpleaños de quinientos hijos? ¿Qué les regala? ¿Cómo lo hace para asistir a todas las celebraciones? ¿Qué hace con las colonias que le entregan el Día del Padre? ¿Con quién pasa la Navidad? Por otro lado, ¿qué siente una persona al conocer que tiene medio millar de hermanos? Esta solo sería la parte anecdótica del grave conflicto originado por Jonathan Meijer, quien ha prestado su semen a diferentes clínicas con la misma perseverancia de un donante de sangre que aspira al premio de la Gota de oro, aunque en su caso saltándose toda cuestión legal y ética. El tal Jonathan, músico de 41 años, holandés residente en Kenia, ha contribuido de una forma obsesiva al aumento de la natalidad, no he descifrado si por colaborar de manera solidaria a hacer realidad el deseo de quienes quieren culminar el objetivo de la maternidad o bien por un afán indisimulado de entrar en el Libro Guinness de los récords. Pero, ya digo, su generosidad puede acabar por generarle problemas y no precisamente a la hora de pagarles los estudios a los vástagos.

Meijer, de no haber salido del anonimato, sería la imagen más cercana a esa persona especial que pasaría el 19 de marzo a ocupar, o a compartir, el Día del Padre, según la sugerencia realizada recientemente por una profesora de Jerez. Pero imagino que la ley de protección de datos guarda con tanto celo el nombre de los otros donantes que ese reconocimiento por parte de los descendientes sugerido por la docente solo se podría realizar anualmente ante un monolito similar al que rinde homenaje al soldado desconocido.

Jonathan tiene pinta de pícaro, hippie y trotamundos, un perfil, me parece a mí, el menos indicado para formar una familia estable en cualquiera de sus composiciones actuales. Pero la que ha liado es buena; ahora hay cientos de personas que miran las fotos de ese sujeto al tiempo que observan su rostro en el espejo, buscando rasgos similares que descubran alguna afinidad en los ojos, el mentón, la nariz o las orejas. Y pidiendo explicaciones a su madre sobre si ese tipo tiene algo que ver en su vida. Una fuente de problemas. Y ya veremos que pasa con el testamento...