“Plan Urkullu” - Por si no tenían bastante con precalentar la investidura imposible de Feijóo, a los amanuenses diestros les ha caído encima la propuesta del lehemdakari Iñigo Urkullu para arreglar el tinglado territorial sin tocar la sacrosanta Constitución española. El exministro de Interior y principal procesado de la Trama Kitchen,, Jorge Fernández Díaz, tiraba de repertorio para bautizar la iniciativa en La Razón: “Es la versión actualizada del Plan Ibarretxe de 2004, que pasa a ser el Plan Urkullu. El problema es que la actual España está en las manos que está”.

¿Santoña? - Todavía más tosco, si cabe, su compañero de garrapateos en el diario azulón Jorge Semprún mezclaba la propuesta con los topicazos de rigor: “Así que ya puede Urkullu ponerse en plan sofista y hablar de confederación y derecho a decidir, que como las cosa se ponga marinera corremos el riesgo de reeditar lo de Santoña, por citar el acontecimiento histórico que más urticaria produce al PNV. (Tengo otros, con los industriales vascos y el Caudillo de protagonistas, pero son menos graciosos)”.

“Desigualdad” - En ABC, el documento del lehenkari mereció los honores de un editorial. Como se pueden imaginar, nada partidario: “La desigualdad entre españoles que propugna Urkullu y que Bolaños dice saludar, así como la posibilidad de inventar una cámara alternativa a las Cortes Generales para mutar nuestra norma fundamental es una tentativa extraordinariamente temeraria a la que todos los demócratas, independientemente de su ideología, deberían oponerse con total rotundidad”. Como siempre, democracia en régimen de monopolio. 

“Liquidar la nación” - Luis Ventoso, subdirector del digital ultracatólico El Debate, presentaba su pieza bajo el pretencioso título “Desmontando la tribuna supremacista de Urkullu”. Como verán, la cosa no iba más allá de la pataleta y la retahíla de obsesiones de siempre: “Lo que propone Urkullu con su cháchara amable no es más que liquidar la nación española y dar paso a un reino de taifas más o menos asociadas. (…) España se está enfrentando ya al gran problema que muchos vaticinamos que iba a llegar con un Frankenstein 2: la posibilidad de que se cuartee la propia unidad de la nación. Y ya ven cómo la estamos defendiendo”.