“La pieza clave e imprescindible de los Sanfermines es nuestra gente (la gente normal, que diría Maya): los pamploneses y las pamplonesas”. Sin gente faltaría el grito de miles de gargantas en el chupinazo. Sin gente, el encierro sería un paseo de bóvidos. Sin gente, cemento mudo en las tardes taurinas. Sin gente, pena sorda en el Pobre de Mí. Sin gente, San Fermín no podría pisar la calle el 7 de Julio. Las fiestas de este año se van a “vestir” con las fotografías de personas que han cedido su imagen para dar “más color y vistosidad” a la ciudad.

Como precedente, la aportación de fotos para componer aquel corpóreo urbano instalado en la plaza del Castillo: “¡Los viviremos!”. La iniciativa se ha reproducido ahora que, por fin, los vamos a vivir. De aquel futuro indeterminado a este presente real. De la nostalgia a la ilusión. De la melancolía a la excitación. El Ayuntamiento dispuso un pequeño estudio fotográfico en el zaguán de la Casa Consistorial. Posado individual o en pareja, con camisa o camiseta blanca, pañuelo rojo y ¡la mejor de tus sonrisas!.

Una convocatoria estimulada con la participación en sorteo de diversos pases (Encierrillo, encierro, rejones, pobre de mí). Faltó el compromiso certificado de permanencia durante todas las Fiestas. A calendario completo. De cuerpo presente, no de foto impresa. Posados de escaparate. La gente real en la fiesta real ha sido retratada por decenas de fotógrafos aficionados y de reporteros profesionales. Profusión de robados fotográficos expresivos de la intensidad, espontaneidad y dureza de los Sanfermines. Una extensa y fantástica colección documental de la verdad de la gente y la mutación en sus comportamientos. El alcalde podría haber invitado a sumarse a Herri Sanferminak y a las asociaciones de diversidad cultural y a vendedores ambulantes, desplazados de sus ubicaciones habituales. Podrían haberse vestido de blanco y rojo, pero les habría faltado ¡la sonrisa! De puro cabreo.