Las mujeres son nuestras aliadas, sus reivindicaciones son también las nuestras. La persona que es mi mejor amiga y confidente es la mujer con la que convivo, una relación creada desde la admiración y respeto mutuo. Quiero otra sociedad para mi hija, para mi hijo, una sociedad que les valore por lo que son, por sus capacidades y su esfuerzo, independientemente del sexo que figure en su DNI. Una sociedad que se respete a sí misma y respete a los demás, a las demás. Y para crear esta nueva sociedad, me dirijo a los hombres, porque sin ellos este cambio es imposible.

No hay una única tipología de ser hombre, porque hay diferentes formas de entender y vivir la masculinidad. Lo que no se puede negar es que se están dando diferentes velocidades de transformación entre los hombres.

Hay un sector de hombres con los cuales no comparto nada o casi nada y sin embargo con otros hombres coincido cada vez más, al menos en mi entorno, en este entorno. Hombres, que para mí, son un referente del cambio. Nos une una visión de la vida y una manera de entender y ejercer lo que significa ser hombres en una nueva sociedad que soñamos que sea feminista, ecologista, democrática y plural.

A estos hombres les pediría más acción pública; más posicionarse ante las injusticias, despropósitos y abusos hacia las mujeres. No podemos bajar la guardia porque nos queda un trabajo ingente por hacer. Ese otro sector de hombres con los cuales cada vez compartimos menos, son aquellos que siguen instalados en sus privilegios, tienen un pensamiento machista y su actitud es inmovilista. Están anclados a otros tiempos pasados, tiempos oscuros que la sociedad donde viven y conviven les pide una modificación importante, radical y real. Esta gente entiende la lucha de las mujeres y de cada vez más hombres (el feminismo) como una amenaza porque se resisten a ser despojados de sus privilegios, intentan aislarnos y continuamente están desprestigiando este movimiento mofándose de él, de ellas y de ellos.

Tenemos que ir tomando voz, ser protagonistas del cambio, acompañar activamente a las mujeres en su lucha, tenemos que ir poniendo palabras en nuestros círculos y foros denunciando cuantas injusticias veamos, tenemos que tener presencia en las reivindicaciones públicas, se nos tiene que empezar a ver más y a más. Porque cuando un hombre interpela a otro hombre, tiene una fuerza de tal magnitud que suele llevar al menos a la reflexión y a la duda y ésta es la responsable de la transformación de la persona.

Estamos en el siglo de la diversidad, donde toda expresión tiene cabida, donde toda manera de entender la identidad personal tiene sentido, donde las culturas propias conviven mezclándose entre ellas, ya nadie es extranjera en el lugar que vive, donde los valores de ecología y equidad son fundamentales y donde la violencia se rechaza. Estamos ante un cambio de paradigma de índole mundial y ahí hombres y mujeres con sus identidades diversas tenemos que arrimar el hombro para conseguir una sociedad en la que todas y todos podamos vivir sin miedos, sin amenazas, sin presiones y en paz.

Hombres, podemos hacer más, debemos hacer más. El problema es el machismo y la amenaza de la vuelta atrás es permanente y real. Sectores conservadores se empeñan en limitar la libertad de las mujeres, en revertir la situación para recuperar privilegios, para no ceder los que tienen. Hombres, vamos a ser más felices, más plenos, en una sociedad donde nuestras compañeras, nuestras hijas, nuestras hermanas, sean libres de hacer, de decir, de expresarse y donde tengan los mismos derechos y obligaciones que las que ya tenemos nosotros.