Es madrugada de una noche de invierno, el nuevo año solar tiene sólo siete días, los cristianos celebran en este día a los santos inocentes. Estoy en una casa nuevecita, recién acabada, todavía no sabemos poner bien la calefacción, y por eso hace bastante frío, y, también por eso, escribo estas letras con el abrigo puesto. Casi con toda seguridad en esta casa en la que estamos de temporal acampada, todavía no ha soñado nadie, como no sea algún trabajador de la construcción, que mientras colocaba ladrillos a 25 metros de altura, se permitiera el despiste de soñar que si trabajaba de firme, durante un porrón de años, podría llegar a tener una morada parecida.

En estos festivos días solsticiales he recibido desde varios continentes mensajes de concordia y paz, y, entre otros, un vídeo de dibujitos solidarios con amorosos corazoncitos palpitantes cuya música de fondo es la canción Imagine de John Lennon y Yoko Ono. Hasta aquí todo normal sino fuera porque quienes envían ese vídeo son de los que temen la inminente ruptura de España y además tienen profundas creencias religiosas, por lo que ejercen vistosamente la caridad pero se resisten a defender igualmente la justicia.

Si mis rudimentos en la gatuna (Ortega y Gasset) lengua inglesa no están absolutamente equivocados, Lennon en esa canción, que sin duda fue con-causa de su temprano asesinato, le dice a sus millones de oyentes que se atrevan a imaginar con él un mundo sin países (estados) y por lo tanto sin fronteras; un mundo sin paraíso ni infierno, es decir sin religiones (“Todas las religiones son, en su último fondo, sistemas de crueldades” Nietzsche ); sin razones para matar o morir = sin guerras (“En todas las guerras no se trata más que de robar”, “la guerra nos viene de la imaginación de trescientas o cuatrocientas personas extendidas por la superficie de este globo” Voltaire); sin codiciar acumular posesiones, en el que todos los humanos nos dediquemos simplemente a vivir en paz (“El hombre estableció la comunidad política para vivir agradablemente, y no sólo con el fin de vivir” Aristóteles) y, para colmo, en su repetitivo estribillo dice: “Podrás decir que soy un soñador/pero no soy el único/Espero que algún día te unas a nosotros, y el mundo será uno solo”. Es decir, cumple con los sueños de las infinitas y sencillas gentes de a pie de querer vivir en paz sin especiales y grandilocuentes conquistas que te compliquen la existencia; a la par que llama a la unión de todas ellas.

La capacidad de difusión actual es logarítmicamente más poderosa que la de 1980, que fue cuando a Lennon se lo llevaron los demonios: esos demonios criminales que asesinan con cobardía y saña a quienes dicen las verdades (Kelly, Kennedy´s, Palme, Arafat, Chaves…), máxime si le ponen música (Jara, Cabral, Cafrune, Lennon,…); los mismos demonios genocidas que a sangre y fuego, con crueldad, alevosía y a cobarde distancia pretenden exterminar de la faz de la Tierra a pueblos enteros de inocentes; demonios que antes se llamaron nazis y que ahora se llaman israelitas, que están apoyados por algunos fundamentalistas judíos de la diáspora y la siempre belicosa USA; demonios que cuentan, además, con la cómplice tibieza de Europa. Desde entonces, Lennon dejó de ser una conocida estrella de la canción para convertirse en una estrella del firmamento. Los soñadores genuinos no debemos dejar que los que usan carnet de hipócritas se adueñen de los mensajes de los soñadores reconocidos, pues con esa posesión pretenden descafeinar el mensaje para que no retumbe en las conciencias y así se mantenga el estatus quo, que les favorece.

Pero… a pesar de la inconmensurable vergüenza que siento ante la contumaz ignominia de la especie humana, mantengo la esperanza de que la semilla de la canción Imagine sea tan perdurable y fructífera como los discursos de Confucio, Homero, Sócrates, Séneca, Cristo, Ghandi, Nietzshe o Lorca para poder decir también con Montaigne: “Fortis imaginatio generat casum: Una imaginación fuerte genera su propia realidad” y así se cumpla el vaticinio de Nietzsche, cuando decía: “es el librepensamiento el que hace la historia. Cuanto más se acelera la revolución de las opiniones, tanto más se acelera el curso del mundo”. Hoy podemos decirles, en cualquier lengua, a esos cuatro mandamases que nos manejan, que nuestra voluntad de paz está por delante de su avaricia infinita.

Chicos y grandes: ¡¡Tengan Vds. unas felices fiestas solsticiales y que los Reyes Magos nos traigan imaginativos sueños como los de Ono y Lennon para que así, al ser muchos los soñantes, algún día puedan hacerse realidad y dejen de ser una simple inocentada!!