Navega el osasunismo inmerso en un periodo nada divertido. En lo deportivo, al equipo de Jagoba le faltan puntos que se escapan por unas cosas y por otras. En lo institucional, Osasuna ha perdido a la Asamblea como órgano de control que solo existe para aprobar con la nariz y los ojos tapados todo lo que se les presente por una mayoría de sus compromisarios. Actos de horas que rozan la vergüenza en algunas exposiciones. Por favor, dejen de decir ya que “esta Junta salvó al club”. Además de obviar el trabajo de la Gestora, de los que entraron por entonces solo queda el presidente, ya ni su escudero Medrano ha aguantado el juego de las sillas que tiene el club cada cierto tiempo y del que casi todos salen rebotados. 

Todo esto envuelto en una neblina provocada por la polémica sobre el control de los compromisarios que el propio club ha intentado justificar con una variante legal que habrá que creer casi como en los extraterrestres. 

Pero lo único cierto es que los que se vanagloriaban, con razón, de la deuda tan baja que existía hace no tantos años son los mismos que dicen que está todo controlado. La frase tiene el asterisco bien gordo de que está todo bien siempre que Osasuna no tenga un resbalón y baje a Segunda división. Si está el Sevilla penando por ahí, algún año le tocará a los rojillos y, entonces, veremos si no hay arrepentimientos de los pocos que fueron a votar en las elecciones a compromisarios. 

Ese momento dejó clarísimo que a un porcentaje importante del osasunismo le importa que la pelotita entre, lo demás parece secundario...hasta que deje de serlo. Y entonces habrá culpas varias y poca asunción de responsabilidades. 

Para rematar la faena, el día y la jornada osasunística justo lo que no pasó en El Sadar fue eso: no entró la pelotita. Los de Arrasate plantearon un buen partido, dominaron a Las Palmas y solo el portero visitante evitó que Osasuna se llevase tranquilamente el partido. Y encima aún hubo susto que arregló Budimir un minuto después de que los canarios se adelantasen. Por el bien del club que entre más la pelotita (y de alguna red social donde alguno echa más horas que en su trabajo atacando a todo el que quiera realizar una crítica, sea constructiva o no, contra esta -sea cual sea- directiva).