El Sadar registro, con 18.811 espectadores, su peor entrada de la temporada, pero la grada se llevó un par de reprimendas del árbitro principal del choque entre Osasuna y Getafe, el murciano José María Sánchez Martínez, que escribió en el acta que “durante el transcurso del partido se tuvo que informar por la megafonía del estadio de dos incidentes relacionados con el público: en el minuto 78 para activar el protocolo sobre la violencia verbal al producirse insultos de forma continuada; mientras que en el minuto 90+1 se avisó para que no se lanzaran balones desde la grada al interior del terreno de juego”.

En este sentido resulta conveniente detallar a qué dos incidentes concretos se refiere el colegiado. El primero de ellos tiene que ver con una situación en la que, al parecer, algunos futbolistas suplentes del Getafe se quejaron de los insultos que estaban recibiendo de un sector de aficionados de Osasuna mientras realizaban ejercicios de calentamiento, situación que se complicó de tal manera que acabó con una tarjeta amarilla para Juan Iglesias, que estaba en el banquillo, y Mitrovic encarándose con la grada. Para que la cosa no pasara a mayores, el árbitro reunió al delegado de campo de Osasuna, Pedro Arozarena, y a los entrenadores de ambos equipos, Jagoba Arrasate y José Bordalás, que escucharon al colegiado y que después reconocieron haber recibido explicaciones más que convicentes de su parte.

La cuestión es que todo este conflicto, que se produjo justo antes del definitivo 3-2, derivó en una pérdida de tiempo que después propició un añadido de siete minutos –para sufrimiento de la parroquia rojilla– y un aviso por megafonía para pedir a la hinchada que dejara de insultar.

Lo que escribió Sánchez Martínez sobre lo ocurrido en el minuto 90+1 tiene que ver con el lanzamiento de un balón al terreno de juego desde la grada que obligó a detener el partido. Y tuvo repercusión porque David Soria, portero del Getafe, devolvió el balón al público con un pelotazo que propició otro aviso por megafonía.

Fueron dos asuntos que reflejó en el acta el árbitro, que no escribió nada de los pitos, y algún cántico subido de tono, para Greenwood cada vez que tocó el balón. Y es que Indar Gorri ya avisó de víspera que no iba ser bien recibido al considerarle un “violador”.