El baloncesto ha sido su vida. De pequeño, Adrián García (Madrid, 1985) se pasaba todas las tardes tirando a canasta. Con diez años, entró en la prestigiosa cantera del Estudiantes, a los 17 debutó como profesional y jugó ocho temporadas en Basket Navarra, la última como capitán del equipo. En julio, Adrián, el tercer jugador con más partidos en la historia del conjunto navarro, anunció que no volvería a la cancha de Arrosadía. En la actualidad, este ala-pivot de más de dos metros se ha transformado en un bombero forestal que apaga incendios desde las alturas

Cuando la temporada de baloncesto bajaba el telón, Adrián siempre buscaba un trabajo para los meses de verano. Adrián encadenó empleos estivales hasta que en 2018 unos amigos suyos le recomendaron que se presentara a las oposiciones de bombero forestal. “Me apunté porque me animaron. No tenía en mente ser bombero forestal ni me llamaba la atención. Simplemente complementaba el deporte que practicaba. Ahora me encanta porque es un oficio en el que hay mucho compañerismo, trabajo en equipo y un gran ambiente. Además, realizas una labor muy importante, apagar un incendio y salvar un bosque”, confiesa. 

El ala-pivot entró en la bolsa de trabajo y en junio de 2020 debutó como bombero forestal en el Parque Central de Cordovilla. “Llevaba toda mi vida siendo jugador profesional de baloncesto y fue un cambio muy drástico. El primer día fui con mucha tensión, pero lleno de ilusión y con ganas de aprender”, asegura. Los primeros días, recuerda, fueron de preparación y realizaron muchas maniobras de entrenamiento: “Eran como simulacros, labores con la autobomba y echar agua desde el camión. Los compañeros, que tienen mucha experiencia, me echaron una mano, me aconsejaron y me dijeron cómo había que hacer las cosas”.

A las tres semanas, sonó la sirena y esta vez sí que estaba en el quinteto inicial. “En mi primer aviso, recuerdo que estaba un poco nervioso. No me acuerdo a dónde íbamos, pero, cuando llegamos, vi cómo mis compañeros trabajaban con calma, que sabían lo que hacían, y su serenidad me tranquilizó. Me di cuenta de que no estaba solo ante el fuego, que estaba bien acompañado y eso me dio confianza”, rememora. 

La campaña finalizó en octubre y en junio del año pasado le trasladaron a la BH IF (Brigada Helitransportada de Incendios Forestales) del Parque de Miluze. Adrián entra a trabajar a las nueve de la mañana, prepara su EPI –chaqueta y pantalón ignífugo, botas y guantes de extinción, mascarilla, gafas, casco y otros complementos– y a las diez acude al briefing que imparte el sargento. “Hablamos de las condiciones meteorológicas de ese día, si está previsto un role de vientos que pueda dificultar una extinción o de en qué zonas de Navarra existe un mayor riesgo de incendio”, explica. 

Si la jornada es tranquila, están de guardia en la base aérea de Miluze o realizando maniobras de entrenamiento. En caso de incendio, Adrián se encarga de desplegar el bambi –una bolsa para transportar agua en helicóptero– en la balsa más cercana al fuego, indican al piloto dónde debe tirar al agua y sobre el terreno sofocan las llamas “con batefuegos o mochilas extintoras”. 

Desgraciadamente, este verano le ha tocado lidiar con la devastadora ola de incendios que afectó a Navarra a finales de junio y que quemó más de 15.000 hectáreas. “Entré el 15 de junio. Fue aterrizar e ir a apagar los grandes fuegos. Fue una semana muy dura, muy complicada, los incendios nos sobrepasaron porque fueron muchos, grandes y simultáneos”, señala. Adrián estuvo sofocando las llamas en el Perdón, Salinas de Oro y San Martín de Unx y Leyre, donde su compañero Yuste se rompió la tibia y el peroné. 

Reivindicaciones

La reciente ola de incendios ha vuelto a constatar la importancia de los bomberos y que dispongan de los medios necesarios. Por ello, reclama que en invierno no se recorten las plantillas. “Ahora se ha hecho famosa el lema ‘los incendios se apagan en invierno’. Pero los bomberos forestales sufrimos una reducción de plantilla de prácticamente un tercio y hay mucho trabajo de prevención, como quemas programadas, que no se pueden hacer por falta de personal”, critica. 

Además cree que es necesario adelantar la campaña de verano y que termine unos meses más tarde. “Los fuegos cada vez se producen antes y son más fuertes. Las campañas deberían empezar antes y ser más larga, por lo menos la de verano. Se deben adecuar a los nuevos tiempos y climatología”, subraya. Por último, no comparte el reciente sistema de estabilización de las plazas interinas. “La mayoría de bomberos somos interinos y desde Europa se pidió que se estabilizasen nuestras plazas. Sin embargo, han puesto un sistema de puntuación injusto y gente con mucha experiencia y valida se puede quedar fuera”.