La tormenta del coronavirus ha azotado Navarra con crueldad: 1.716 fallecidos a causa de la covid-19 desde aquel fatídico 14 de marzo de 2020. La pandemia también ha dejado miles de víctimas indirectas: familiares y allegados que no pudieron despedirse de sus seres queridos como se merecían.

Las autoridades sanitarias impusieron restricciones en los entierros e incineraciones a los que solo acudían tres personas que daban un último frío adiós a un difunto que horas antes había fallecido en soledad en una habitación de hospital. Escenas desgarradoras que provocaron unas heridas emocionales y mentales que tardarán tiempo en cicatrizar. 

El coronavirus tampoco respetó el recuerdo y en los últimos Todos los Santos no se podía colocar ni un ramo de flores en la lápida del abuelo. O había que elegir qué cuatro familiares bajaban al cementerio por turnos. Demasiadas piedras en una mochila que había soportado demasiadas pérdidas traumáticas.

Afortunadamente, el temporal del coronavirus ha amainado, la cuarta dosis de la vacuna protege a las personas más vulnerables y ayer se recuperó el ritual de visitar a los seres queridos con abrazos y flores entre un 10 y un 15% más caras debido a la inflación.

El cementerio municipal de San José acogió ayer a centenares de pamploneses y pamploneses que disfrutaron de una jornada de Todos los Santos con las costumbres y estampas entrañables que un día la pandemia arrebató: niños y niñas agarrados de la mano de sus padres que relatan historietas, familias sentadas alrededor de un panteón embellecido con coronas de flores y velas, gente subida a una escalera para colocar con mimo un ramo en el nicho o personas que se quedan con la mirada fija en la lápida y que se comunican con el difunto a través del silencio.

Las personas mayores acudieron en masa al cementerio de San José una vez parece que la pandemia es historia y cuentan con una cuarta dosis que les da total seguridad. “En estos tiempos tan raros no he dejado de venir porque Todos los Santos tiene su fecha y siempre hay que respetarla. Aunque hoy he bajado más tranquilo, sin miedo de contagiarme. Así se disfruta más”, aseguró el pamplonés José Sánchez, que acudió al cementerio municipal acompañado por su familia. 

También bajaron personas mayores que desde el estallido de la pandemia no se habían acercado al camposanto. “No me atrevía porque en estas fechas tan especiales el cementerio se llena de gente y todos sabemos qué rápido se expandía el virus. Preferí ser prudente y recordar a mis seres queridos desde casa”, señaló Marisa Iriarte. 

Los pamploneses cumplieron con la tradición y embellecieron las lápidas, panteones y nichos con ramos de flores frescas a pesar de que su precio, según diversos estudios, ha subido entre 10 y un 15% debido a la inflación. “He pagado más que el año pasado, pero me gusta que el lugar donde reposa mi madre esté bonito. Es un gasto del que nunca prescindiría”, confesó Maite Aguirre con unas rosas entre las manos.