Hola personas, ¿cómo va la primavera?, bueno, pues a ver si no la estropeamos.

Esta semana vamos a ver un ERP variado, tres son los lugares que vamos a visitar y tres fueron los días en que disfruté de ellos, el domingo, el jueves y hoy viernes. Vamos a ello.

Hace ya días que, paseando por el ordenata, me encontré una referencia que alguien hacía de la iglesia de un pueblo, un pueblo que yo no conocía ni de oídas, y eso que la zona en la que se encuentra la conozco un poco, pero no conocía ni Itsaso ni su iglesia y eso no podía ser. Así que el domingo la Pastorcilla y yo tomamos carretera y manta y para allí que nos fuimos a subsanar ese gran desconocimiento. Irurzun, Latasa, carretera de Basaburua y nuestro objetivo a la vista. Aparcamos el perolo, y a unas señoras, que a la puerta de un caserío se contaban sus cosas, les pregunté si tenían llave de la iglesia, no, esta semana la tendrá Fulanita, me dijeron amablemente, vive en aquella casa de allá, en la tercera. Les agradecimos la información y dirigimos nuestros pasos hacia la Iglesia para, de momento, visitarla por fuera. Disfrutamos de su bonito atrio, cerrado por unos toscos barrotes de madera con todo el sabor rural del mundo, admiramos su gótica portada de arco apuntado, con un crismón en la clave y un bajorrelieve representando a San Pedro y San Pablo, con cuatro arquivoltas que apean sobre capiteles alargados de motivos zoomorfos, y después me acerqué a la casa que me habían indicado. Llamé y nada hubo, insistí y el silencio también insistió, cuando ya me iba vi llegar a una chica con unas bolsas a la que pregunté si era moradora de la casa y si tenía las llaves de la iglesia, su respuesta fue a todo que sí. Descargó en casa las viandas que llevaba para preparar una comida familiar que, según me contó, iban a celebrar y, muy amable, me acompañó a la iglesia donde esperaban la Pastorcilla y su fiel Suso. Nos abrió la puerta y con ella se nos abrió la boca ante lo que veíamos. Una iglesia pequeñita, bien cuidada, y con un precioso retablo renacentista del siglo XVI. Cinco calles y tres cuerpos lo articulaban, la calle central dedicada a esculturas albergaba un calvario en el ático, una Virgen con niño en el siguiente cuerpo y más abajo, presidiendo todo el templo, llaves en mano, una gran talla de un San Pedro sedente. Las calles laterales albergan 14 tablas en las que se refleja la vida del santo titular, obra del pamplonés Miguel de Baquedano, siendo unas pinturas de clara influencia europea. Tras escuchar las amables explicaciones que nuestra cicerone nos dio, dimos por finalizada la visita y cambiamos arte por naturaleza, dándonos un delicioso paseo por un camino que nos subió a una colina desde la que veíamos San Miguel de Aralar a la izquierda y los montes de Velate y aledaños a la derecha. Hayas, robles, prados y ovejas se iban alternando en acompañarnos. El camino era circular y nos devolvió al punto de partida. Volvimos por Ulzama con parada en la Posada de Auza.

El siguiente tema que vamos a tratar nada tiene que ver con el anterior. Me explico. El miércoles a la tarde, organizada por la Peña Pregón, teníamos una visita guiada al archivo de la Universidad de Navarra. A la taurina hora de las cinco de la tarde era la cita en el hall del edificio de bibliotecas, allí nos recibió Inés, archivera y trabajadora de la casa desde hace casi 25 años, y nos llevó a los sótanos, lugar favorito de los archivos, donde nos dispusimos a bucear por miles de legajos, volúmenes, planos, fotos, y mil cosas más que allí se custodian. La cosa empezó fuerte con un legajo de Jaime I el Conquistador fechado en el siglo XIII, para seguir por un variopinto surtido que nos había preparado, desde los diseños de Carvajal para las tiendas de Loewe, a los archivos del carlista Fal Conde, desde una caja llena de folletos sanfermineros, a una artística carta de Salvador Dalí, desde una circular emitida por el invasor general napoleónico Conde de Reille, primer documento bilingüe castellano-euskera que se conoce, en 1811, a una ejecutoria de hidalguía de la familia Cárdenas o desde el fondo del alcalde Javier de Arvizu y Aguado, a los papeles del falangista Manuel Valdés Larrañaga como presidente de la Real Federación Española de Fútbol.

Tras ver y disfruta de todo esto, nos adentramos en los pasillos, salas y recovecos donde se encuentra toda la ingente cantidad de objetos y documentos que allí descansan. Lo primero que vimos fue una montaña de planos, unos 25.000, enrollados en sus palos, de muebles diseñados en los años 40 y 50 por la empresa zaragozana Los Certales, así como un número indeterminado de fotos del mismo material. Pasamos a una sala con kilómetros de estanterías en donde duermen el sueño de los justos miles y miles de tesis doctorales, con títulos tan variados como Una familia de banqueros judíos en Navarra en el siglo XIV o Doctrina del acto en la metafísica de Aristóteles, como veis temas livianos. En otros anaqueles se almacenan cajas y más cajas, entre ellas me llamó la atención las de la vida profesional de Fernando Redón entre otros muchos arquitectos. Alguien comentó que el arquitecto estrella del siglo XX pamplonés, Víctor Eusa, una vez finalizada su vida laboral tiró todo su archivo a la basura no quedando prácticamente nada de sus proyectos para poder ser estudiado y analizado. Eran otros tiempos. Dos horas después de nuestra llegada, y tras hacer donación de los tres volúmenes del Rincón del Paseante a la biblioteca de la UN, dimos por finalizada la visita.

Y, por último, el tercer paseo de hoy también tiene que ver con el mundo de la cultura y de las universidades. Hoy viernes a las 11 de la mañana había quedado con Concha Guijarro, una de las maquinistas que mantiene en marcha la locomotora de la Biblioteca de la Universidad Pública de Navarra para que me diese un paseo por sus dominios. En esta ocasión el paseo ha comenzado con una visita al espacio arquitectónico que alberga tanto saber y tanto conocimiento, hemos subido a unas pasarelas que ofrecen una vista cenital de la sala de lectura y la imagen es espectacular, no hay que ser ningún poeta para ver allí una auténtica catedral, en este caso del saber. La obra de Sainz de Oiza, que él llamó el corazón de la Universidad, le deja a uno sobrecogido. Hemos bajado a terrenos más prosaicos y la visita ha continuado con la donación de mis libros al centro docente, donación que han agradecido con un tarjetón que la reconoce.

Mi espacio se me acaba y la interesantísima visita acaba de empezar así que será el domingo que viene cuando veamos todo lo que allí atesoran.

Feliz Semana Santa.

Besos pa tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

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