Último tramo de la entrevista a Joseba Eceolaza para hablar del pasado, presente y futuro de la convivencia en relación a la huella de ETA.

ETA se erigió en supuesto defensor de una voluntad unívoca del pueblo vasco. Eso generó un odio antivasco en sectores navarros.

-Sin ETA hubiéramos podido lograr consensos sociales amplios, lingüísticos o de símbolos, o hubieran sido más probables. ETA vició el debate político e hizo que hubiera un foso ético enorme entre las diferentes familias políticas de Navarra. Y es normal que eso sucediera, porque a quienes estaban matando se sentían agredidos por colectivos como el mío. Asumimos que la amenaza, los escoltas o el riesgo de que mataran a nuestros contrincantes políticos fuera normal. Y no hay cosa más anormal que esa, pero formaba parte del panorama político.

¿Eso quién lo normalizaba?

-Nosotros, los que actuábamos en política. Yo en concreto o la identidad ideológica a la que yo he pertenecido. Nosotros, por ejemplo, nos llegamos a levantar del pleno, o a montar manifestaciones y protestas por mil millones de temas, pero no nos plantamos. Yo iba al pleno del Ayuntamiento de Zizur y les hablaba de presupuestos participativos, de urbanismo y de pensiones, pero yo me iba a mi casa tranquilo, y ellos se quedaban mirando debajo del coche. Yo les hablaba de las pensiones, los derechos sociales y la justicia social, pero es que ellos enterraban a compañeros y yo no. Sabiendo que había compañeros que se estaban jugando la vida por la misma actividad política que yo estaba desarrollando, ¿por qué no nos plantamos ante eso?

¿Cómo cree que estar dentro de diez años? ¿Habrá más progresos éticos?

-La memoria no es suficiente para no cometer errores. Los serbios tenían memoria de lo que había pasado en el nazismo, pero hicieron Srebrenica. Creo que hace falta una reconstrucción ética de nuestra sociedad. El Gobierno de Navarra hizo un estudio sobre el conocimiento del terrorismo entre los chavales de 13 a 17 años. No sabía lo que era el terrorismo, y es normal, no nos tenemos que frustrar. Yo no sabía de la Transición ni la Guerra Civil. Los medios de comunicación, los escritores, las escuelas, el Gobierno de Navarra ya intentaremos corregirlo. Pero había un dato preocupante. Un porcentaje muy amplio de quienes creían que la violencia era legítima para conseguir elementos políticos.