Es el cuento de nunca a acabar. El del tren que nunca llega. Del que se habla recurrentemente en el Parlamento en forma de mociones políticas y declaraciones institucionales, pero que avanza a ritmo lento, cuando lo hace. Sin conexiones ni por el norte ni por el sur y con la previsión de puesta en funcionamiento del trazado entre Castejón y Campanas. 70 kilómetros de nueva construcción que ni siquiera serán de alta velocidad porque, al menos de forma provisional, se harán en ancho de vía ibérico para facilitar su conexión con el trazado tradicional.

Es la realidad del TAV hoy en Navarra. La conexión con la Y vasca sigue pendiente de los estudios técnicos que determinen si el trazado es por Vitoria o por Ezkio. Algo que en todo caso no será a corto plazo. La estación de Pamplona sigue en fase de proyecto y no está claro qué va a ocurrir con el bucle ferroviario. Y el enlace con Zaragoza se va a hacer por la vía tradicional, de momento y ya se verá hasta cuando.

Una realidad que no cambian los múltiples posicionamientos políticos como el que ha hecho el Parlamento de Navarra reclamando un convenio de colaboración con el Estado. El mismo convenio que UPN y PP sabotearon en 2017 en su estrategia de oposición al Gobierno de Barkos, al que acusaban de no querer el TAV. Y que llevó al Ministerio de Fomento, entonces con Íñigo de la Serna (PP) al frente, a asumir íntegramente las obras y poner fecha de finalización. No ya para la llegada de la alta velocidad a Navarra, sino para la finalización de todo el corredor ferroviario. De Tudela a Alsasua. Con salidas a Madrid, Barcelona y la Y vasca. Todo para 2023.

Pero estamos en noviembre de 2023 y el TAV no se ha hecho. Las obras han avanzado en los últimos años y la inversión presupuestaria del Estado ha mejorado. Pero la infraestructura sigue lejos de su finalización porque Navarra no es una prioridad política ni un eje estratégico. Y porque la obra es lo suficientemente compleja y cara como para que el Gobierno central la dilate en el tiempo.

La moción del Parlamento

Así que seis años después de que De la Serna proclamara en Pamplona que no hace falta convenio para construir el TAV que ya lo hacía él, el Parlamento ha aprobado una moción pidiendo precisamente eso, “la firma de un convenio con el Gobierno de España para liderar e impulsar desde Navarra el desarrollo de las obras del Tren de Alta Velocidad, ganando de esta forma agilidad en su ejecución”. La propuesta venía por parte de UPN y ha tenido el apoyo del PP, y ha salido adelante con las abstenciones del PSN y de Geroa Bai. 

También se han aprobado otros dos puntos de la declaración con el voto a favor socialista y la abstención de Geroa. El que reclamaba un compromiso para eliminar el bucle de Pamplona y construir la nueva estación “con la máxima agilidad posible”. Y “acordar, definir y hacer públicos con el Gobierno de España los plazos y compromisos de inversión” para el TAV en Navarra. La propuesta tenía dos puntos más que no salieron adelante. El que pedía “un gran acuerdo político y social” entre todos los partidos y “un pacto” entre los gobiernos de Navarra, la CAV y Aragón “para exigir al Estado el desarrollo conjunto e inmediato del TAV en nuestras comunidades”.

En defensa de la iniciativa ha salido Javier Esparza, que admite que el acuerdo alcanzado entre UPN y PP en 2017 sobre el TAV no se ha cumplido. Aunque en su opinión por culpa del PSOE, que llegó al Gobierno de España en 2018 y que ha ido “mucho más despacio” de lo que prometió el PP. Algo a lo que los socialistas replican dando un “apoyo incuestionable” a la alta velocidad. “Dos de cada tres euros invertidos en el TAV han llegado en la anterior legislatura”, reivindica Javier Lecumberri.

En contra de la propuesta han votado EH Bildu y Contigo-Zurekin, argumentado que la obra no es estratégica y defendiendo en su lugar un tren “social y sostenible”. Geroa Bai por su parte ha optado por la abstención desde una defensa a la alta velocidad, cuya responsabilidad –recueda– es del Estado. Pero con una crítica al partidismo con el que UPN ha actuado en esta cuestión. “Ahora señor Esparza dice que juntos seremos más fuertes, y ¿por qué no lo decía en 2017? Entonces fue desleal a los intereses de Navarra, a su sociedad civil y al Gobierno foral”, recrimina María Solana al líder de UPN.