Puede que sea un gestor y que tenga experiencia por el volumen de recursos económicos que maneja el departamento de Infraestructuras de la Diputación vizcaina del que procede, pero Imanol Pradales ha subido este sábado al escenario en Durango como un mortal más, con un discurso plagado de referencias a sus orígenes humildes y también a la forma en que comunicó a su ama la noticia sobre su candidatura. Se presentó igualmente como un bogador, no solo por su etapa como remero en La Sotera, sino porque ahora tiene el reto de empujar a nivel político para mantener la confianza de la ciudadanía en el PNV y reforzar los servicios públicos, en especial, Osakidetza, una tarea donde promete dedicación y esfuerzo.

Pradales (Santurtzi, 1975) relató que sus abuelos por parte de aita y sus bisabuelos por parte de ama llegaron desde Burgos a principios del siglo XX “en busca de un futuro mejor”. Su ama y aita se conocieron a comienzos de los años 70 y decidieron afiliarse al PNV. La familia se afincó en el barrio obrero de Mamariga. “Aita creó junto a un par de socios un pequeño taller de piezas de fundición. Eran los años de Marcial Ucín, Forjas Alavesas, Altos Hornos y La Naval... Empezaron a labrar un proyecto de vida y decidieron crear una familia. Tuvieron cuatro hijos. Yo soy el mayor. La crisis de los 80 golpeó fuerte en casa. Aita perdió el taller y se quedó en paro. Ama cuidaba de nosotros y fregaba escaleras para sacar cuatro duros. Las pasaron canutas. Fue una época dura, muy dura”, recordó.

Pradales añadió que “con poco” era feliz y recuerda “los partidos de futbito con Borja o Iker en la escuela del barrio”, “a Ángeles la bermeana en su ventana, sus reprimendas públicas y sus galletas cuando nos portábamos bien”. “O nuestras vacaciones en Santurtzi, con la tortilla de patata de ama los domingos cuando subíamos a las campas del Serantes”, añadió.

Caricatura de Imanol Pradales Asier

Pero salieron “adelante”, pudo tener estudios y, aunque su aita y ama eran castellanoparlantes, matricularon a todos sus hijos en la ikastola. Se da la circunstancia de que, en Asti Leku, en Portugalete, tuvo como profesor a Iñigo Urkullu. El propio Urkullu, durante su etapa como presidente del Bizkai Buru Batzar, terminaría llamando en 2005 a Pradales para pedirle algunas reflexiones para el partido en materia de empleo. En los años posteriores, en torno a la década de 2010, ya se hablaba del ahora diputado foral como un jeltzale con proyección, como alguien a quien había que seguirle la pista. Era profesor y su apuesta por dar el salto a la política lo situó de inmediato en el radar del partido para ocupar más altas responsabilidades. Participó en los procesos Think Gaur y Entzunez Eraiki.

 Y, después de hablar tanto sobre el olfato social de Pradales, sociólogo y parte activa en los procesos de reflexión del PNV, el propio candidato habló de otro “termómetro”, de su ama, a la que visitó en su casa de Mamariga para comunicarle que había sido propuesto como candidato a lehendakari. Dijo que su ama es su termómetro, porque le basta con leer sus silencios y sus miradas para saber si algo marcha mal. “Cuando se echó a llorar de emoción, tuve la respuesta. Lágrimas por aita, que no está; de lucha, por sacar a sus cuatro hijos adelante. Ahí es cuando me dije: aurrera, Imanol”, relató, ante el aplauso de los presentes, totalmente volcados. “Magnífico orador”, remataron algunos de los asistentes.