Lo lleva diciendo la Dirección General de Tráfico desde hace unas cuantas décadas: “Si bebes no conduzcas”, un eslogan que casi todo el mundo conoce pero que hay quienes no siempre ponen en práctica, como se demuestra a diario. Y que lo mismo sirve para un coche que para una moto, un quad, una bici o un patinete. O incluso unos esquís, como quedó patente hace unos días en una estación invernal de Austria,

Según ha relatado el diario alemán Bild, la popular estación de Ischgl, a unos 2.000 metros de altitud, organizó una fiesta de las que se llaman ‘après-ski’, que traducido del francés es ‘después de esquiar’ y que consiste en que los esquiadores celebran el final de la jornada deportiva bebiendo alcohol al atardecer. Algo que no tendría nada de raro si no fuera porque permanecieron en la pista en lugar de regresar después a los hoteles, a los apartamentos o a sus casas para no convertirse en un peligro público.

Así que de repente la pista de los Alpes austríacos se convirtió en una acumulación de personas con sus facultades más o menos mermadas según su nivel de ingesta de alcohol en el refugio de la estación. Y teniendo en cuenta que en el esquí el equilibrio y la coordinación son dos habilidades importantísimas, es posible imaginar cómo terminó la cosa: en un completo caos. Además, a todo ello hay que añadir que las condiciones de luz una vez que se había puesto el sol ya no eran las mejores.

El curioso vídeo del momento se ha viralizado en diferentes redes sociales, con cerca de 600.000 reproducciones y más de 22.000 comentarios contando sólo los de Instagram. Las imágenes muestran a cientos de personas tratando de descender por una de las pistas nevadas tanto con esquís como con tablas de snowboard y con enormes dificultades para hacerlo, ya que algunas de ellas se van al suelo por su estado de embriaguez, otras bajan con excesiva precaución conscientes de que no van en las mejores condiciones y el resto trata de esquivar todos los obstáculos que se encuentra por el camino para completar el descenso y llegar con éxito abajo.

Algunos incluso renuncian a los esquís y a la tabla de snowboard e intentan acabar el trayecto a pie. “Esto no es esquiar, esto es un entrenamiento de supervivencia”, afirmaba un usuario de Instagram respondiendo a la publicación.