Cristina Guerra fue diagnosticada de cáncer de mama hace más de cuatro años y, de la noche a la mañana, “mi vida se convirtió en una vorágine de consultas, pruebas, hospitales, quirófanos y tratamientos”. Pero todo este proceso termina y los médicos “te dicen que debes seguir con las revisiones cada seis meses, y la mamografía y analítica cada año”, observó Guerra en la comisión parlamentaria de este miércoles.

Ahora bien, pronto se dio cuenta de que estas revisiones son la teoría, “porque en la práctica son meses de retrasos en las consultas de los distintos especialistas que tienen que hacerte el seguimiento”. Lo peor de ello, señaló Guerra, son los seis meses de retraso que llevan las mamografías”, seis meses en una prueba fundamental que sirve para saber si todo continua bien, o no.

Así, a Guerra tendrían que haberle citado el noviembre pasado para realizarle la mamografía anual, cosa que no sucedió. “Llamé porque no recibía mi citación y me dijeron que llevaban seis meses de retraso”, seis meses esperando a que me hiciesen la prueba. “La incertidumbre que una siente cuando está esperando el resultado de una prueba, es demoledora”, explicó.

Muchas vidas dependen de estas pruebas, y “seis meses son muchos meses, pueden ocurrir muchas cosas en ese tiempo, y puede ser muy tarde para más de una”. En esta ocasión, Guerra se vio obligada a pagar su mamografía en noviembre, algo que se podía permitir, ahora bien, “para muchas personas, 170 euros”, el precio de la prueba, “es una cifra imposible de asumir”, y más en los tiempos que vivimos.

Este es el caso de Cristina Guerra, pero como ella afirmó, “todas las mujeres están igual. Meses e incluso años para realizar sus revisiones y pruebas”.