El auge de los discursos que cuestionan las desigualdades o niegan la violencia de género o alientan actitudes antifeministas demuestran para las siete mujeres que participan en este reportaje, con motivo del 8M, que el feminismo es más necesario que nunca. Frente a estas actitudes, la profesora del Departamento de Sociología y Trabajo Social y Directora Académica del Máster Universitario en Género, Mujeres e Igualdad de la Universidad Pública de Navarra, Irene Lapuerta Méndez, cree que solo caben dos respuestas. “La primera, evidencia. Incidir en el reconocimiento de las desigualdades de género, para lo que disponemos de muchas investigaciones científicas y marcos teóricos que nos permiten analizarlas y comprenderlas, y que han sido aportados, fundamentalmente, por las ciencias sociales y los estudios de género. La segunda, acción. Es necesario un contexto institucional que promueva la igualdad, en todos los ámbitos y en todas las esferas”, afirma esta investigadora.

“El feminismo exige que los valores igualitarios se transformen en prácticas cotidianas”

Irene Lapuerta - Directora Máster Universitario en Género, Mujeres e Igualdad de la UPNA

Estos discursos negacionistas, reconoce Amelia Fernández de Monje Arregui, del equipo Skolae, “fomentan actitudes de rechazo de una parte del alumnado ante el trabajo coeducativo”. Y es que la juventud, “a pesar de tener más integrada la igualdad”, tal y como afirma Edurne Jáuregui Fernández, subdirectora del INAI, puede verse embaucada por comentarios o tuits que surgen en las redes sociales, “llamado troleo de género, que se puede conceptualizar como una forma de violencia de género digital organizada para frenar avances feministas”.  “Hay mucho lavado de cara, mucho barniz las redes de consumo masivo son un altavoz muy peligroso. El patriarcado se adapta muy bien a cada momento”, advierte Edurne Calvillo, militante de Eguesibarko Feministak. 

Estas mujeres creen que la mayor visibilidad del feminismo “hace que las nuevas generaciones puedan identificar mucho antes las violencias machistas. Hay más información, talleres, la educación que incide más en la perspectiva de género”, reconoce Calvillo para a continuación añadir: “se ha avanzado pero no todo lo que nos gustaría; hay que seguir hasta cambiarlo todo”. En este sentido, la presidenta de la Federación de Peñas de Pamplona, Rakel Arjol Echeverría, cree que la juventud “tiene mucho que decir, se tiene que creer que son necesarios”. Esta joven asegura que “en los ambientes en los que me muevo se está avanzando, pero soy consciente que hay sectores que están poniendo en duda cuestiones muy básicas y se observan retrocesos preocupantes”. 

“Necesitamos hombres desertores del patriarcado, dispuestos a soltar privilegios”

Edurne Calvillo Olorón - Militante de 'Eguesibarko Feministak'

En esta misma línea, Alicia Giménez García, coordinadora de Acción Contra la Trata, afirma que “cuando trabajamos con jóvenes vemos que se ha dado un avance gigantesco. Vemos jóvenes muy poderosas, concienciadas y comprometidas con la lucha feminista”.

Necesitamos hombres desertores del patriarcado

Pero, ¿y qué pasa con los hombres? Consultadas por su implicación en el avance de los derechos de las mujeres y ante algunos estudios que constatan que muchos de piensa que se ha llegado demasiado lejos en la promoción de los valores de género igualitarios, estas mujeres creen que hay que poner el foco en la necesidad de “pasar de la declaración de intenciones a la acción y esto siempre es costoso, sobre todo, para aquellos que son los más beneficiados por el statu quo actual”, reflexiona Lapuerta. El movimiento feminista, añade, “ha sido el catalizador de las demandas de las mujeres exigiendo, especialmente desde las movilizaciones de 2018, que esos valores igualitarios se transformen también en prácticas cotidianas”.

En esta misma línea, Calvillo asegura que “cuando alguien disfruta de ciertos privilegios es complicado que sea consciente y quiera cambiar aquello que le beneficia. Necesitamos hombres desertores del patriarcado, que estén dispuestos a soltar privilegios y sean capaces de identificar conductas y señalar o señalarse”. Rakel Arjol cree que “hay muchos hombres que se sienten interpelados y quieren mejorar las cosas, pero también son muchos los que no quieren perder privilegios. Es muy fácil llevar una camiseta o ponerse un pin, pero tienen que ir más allá y ser conscientes de la injusticia que supone que sigan teniendo ciertos privilegios”.

“Vemos jóvenes muy poderosas, concienciadas y comprometidas con la lucha feminista”

Alicia Giménez García - Coordinadora de Acción Contra la Trata

La profesora de la UPNA considera que existe una brecha mayor que la que hay entre hombres y mujeres y es la brecha ideológica. “Es injusto meter a todos los hombres en el mismo saco. Hay muchos aliados del feminismo, especialmente en los sectores más progresistas. Es normal que los hombres, especialmente los más conservadores (pero también mujeres de este espectro ideológico) y menos propensos al cambio, se muestren incómodos, porque el movimiento feminista les interpela directamente y cuestiona su posición en el mundo”, reflexiona.

Por último, Edurne Jáuregui, del INAI, distingue entre el concepto de nuevas masculinidades, “que beneficia sólo a los hombres que se desprenden de estereotipos y roles que le asigna el patriarcado”, y el de masculinidades igualitarias, “que se refiere a las relaciones de poder que establecen hombres y mujeres, en las que ellos son el centro, y a su necesaria transformación”. Y esta es la estrategia, afirma, que defiende el INAI.