Un día cuando llegó mi marido de trabajar le dije: ‘Moisés, voy a ir a la Universidad’, y me contestó: ‘¿Tú estás loca?’”. Con 37 años, cinco hijos y un sexto en camino, Puri Garde se desbancó entonces por completo del papel de la mujer de su época y decidió luchar por su sueño, forjando una libertad que ha inculcado a sus hijos y nietos.

Puri, de 93 años, a pesar de vivir una infancia “muy dura” durante la Guerra Civil y la posguerra pudo acceder a estudios, terminó Bachiller y realizó Magisterio en un año. Ella quería seguir estudiando, pero el negocio “ruinoso” de sus padres y la dificultad de conseguir una beca no se lo permitieron. “Mi idea era ir a Madrid para estudiar y hacer oposiciones, pero la vida me llevó por otro camino”, explica. Se puso a trabajar para ayudar en casa y conoció a su marido, con quien se casó a los 23 años con quien tuvo hijos a edad muy temprana. Mientras desarrollaba una vida muy diferente a la que ella tenía pensada, pospuso su objetivo y se prometió que “iría a la universidad cuando fuesen mis hijos”.

“El feminismo descubre lo que hay, todo lo reivindicado y lo que queda por conseguir”

Puri Garde - 93 años

Una amiga suya le dejaba unas revistas estadounidenses que conseguía su marido en las que las mujeres trabajaban y hacían vida fuera de casa y se le “abrió el abanico”. De esta manera, pasó unos años esperando a que sus hijos crecieran y fuesen a la Universidad para “colarme con ellos”.

Pasados los años, una sobrina comenzó sus estudios universitarios y le animó a Puri para que se lanzase a la aventura. Fue en ese momento cuando tomó la decisión y le comunicó la aventura a su marido. “Mi sobrina me facilitó la ayuda de unas amigas que me prestaron los apuntes. Quedé con ellas como en las películas, para que me reconociesen con un pañuelo”, recuerda con una sonrisa. Con su ayuda, se presentó a un examen de Filosofía en diciembre y, sin entender lo que estudiaba, lo aprobó. “No entendía nada pero me animó”, confiesa, y así comenzó su etapa universitaria.

A contracorriente

Mi marido nunca fue un obstáculo, siempre me apoyó. Eso sí que fue una excepción. Sin su apoyo habría sido imposible”, explica. Sin embargo, no todo su entorno la animó y cuando se lo contó a sus amigos hubo reacciones como “me dice eso mi mujer y le doy dos ostias que la dejo seca”. Incluso su marido recibió rechazo porque “su mujer iba a mandar más que él”. En febrero de 1967 supo que esperaba otro hijo, pero una vez que había empezado, nada la iba a frenar. Si la conciliación entre vida universitaria y responsabilidad familiar siempre es complicada, con seis hijos, es toda una odisea y Puri recuerda que “el tiempo que tenía para estudiar era cuando ellos dormían. Nadie sabe las horas que le he quitado al sueño”.

“El movimiento del solo sí es sí ha unido mucho a las mujeres, ya no cedemos ciertas cosas”

Ana Bermejo - 64 años

Por si fuera poco, lo más complicado llegó cuando tras hacer oposiciones y con 45 años le destinaron a Beasáin. “Me costó mucho dejar a mis hijos. Allí conviví con gente joven en un piso y ejercía casi de madre”. La diferencia de edad fue algo costoso para Puri. Por un lado, asegura que “siempre me ayudaron mucho y me trataron muy bien”, pero también reconoce que más de una fue “al baño a llorar. Los de mi edad tenían plaza y estaban asentados mientras yo estaba luchando con los jóvenes”. Tras cinco años fuera de casa, consiguió volver y dio clases de Historia y Arte hasta después de jubilarse. Puri cuenta su historia con orgullo de lo conseguido y anima a que “el que tiene un objetivo lo consigue si lo sigue, es cuestión de luchar y no estar pensando en los obstáculos que te vas a encontrar.”

Esa firmeza y “el valor de la independencia” se ha convertido en algo hereditario, según afirma su hija Ana Bermejo, de 64 años. “Nos abrió el camino. Le diferencia de las mujeres de su generación es que ella fue capaz de hacer lo que pensaba”, asegura Ana. “Es una transgresora”, afirma su nieta Iranzu Migueliz, de 35 años. “Pienso en su historia y no sé si podría haberlo hecho”.

“Mi abuela nos abrió el camino y nos enseñó el valor de la libertad, es una transgresora”

Iranzu Miguéliz - 35 años

En los últimos 60 años la situación de las mujeres ha cambiado de manera radical, las tres son conscientes de ello. Puri asegura que “veo las diferencias con mi nieta y son abismales. Hacía falta un cambio”. Muchos factores han hecho posible estos cambios, entre los que Puri destaca el acceso a los estudios. “Yo creo que lo configura todo. La formación es un pilar importantísimo para ser independiente porque una mujer analfabeta depende el resto”, defiende. Dentro de la educación, Ana destaca también el cambio a la formación mixta, ya que al crecer chicos y chicas juntos “forman relaciones de amistad y un contacto desde pequeños que nosotros no teníamos”.

Otro motivo a favor que destaca Puri es la disminución de influencia de la Religión, a pesar de haber sido muy creyente. “En el terror de la Guerra Civil y la posguerra, me aferré a la religión pensando que me daba seguridad y fui cumplidora muy rigurosa de sus principios, pero me salí de la noche a la mañana. Me centré en los hijos y en dar clases y me liberé”, cuenta, a lo que su nieta añade que “como mi yayo no era religioso, tampoco él tenía ideas muy cerradas”. Puri renegó de la religión por retrasar el avance de la mujer y critica que “ influyó en exigirle a la mujer la dedicación a los hijos, a la casa y al marido”.

La unión de las mujeres

Las tres generaciones coinciden en que ha cambiado “una barbaridad” la organización familiar y se han equiparado las tareas aunque “el cuidado siga siendo en general femenino”. La abuela matiza que nota “mucha más diferencia” entre las generaciones de su hija y su nieta que entre la suya y la de su hija. “La generación de mi abuela fue la que comenzó todo, la de mi madre el intermedio y la mía el principio de la consolidación”, explica Iranzu. A pesar de las diferencias y las ideas a eliminar que quedan en el subconsciente tras años de educación, las mujeres han llegado a un punto de no retorno y a día de hoy “el movimiento feminista es imparable”, como defiende Puri.

Tanto Ana como Iranzu destacan el caso de La Manada como el desencadenante de una ola de protestas de mujeres hartas. “El movimiento del Solo Sí es Sí ha unido mucho a las mujeres. Nos han enseñado a que nosotras somos las que tenemos que ceder y aguantábamos acciones que ahora ya no”, defiende Ana. Siguen quedando metas por lograr y ámbitos que conquistar, entre los que las tres generaciones ponen como prioridad la seguridad física y mental de las mujeres, así como la igualdad laboral y el acceso a puestos de poder.

“A veces me pregunto si se hubiera llegado tan lejos sin el movimiento feminista. Yo creo que sí, la necesidad estaba latente, pero habría tardado mucho más. El feminismo descubre lo que hay, todo lo que se ha reivindicado y queda por conseguir. Hace que mucha gente se de cuenta que tiene derechos que no sabía”, defiende Puri sobre un movimiento que, gracias a mujeres como ella, ha permitido que las siguientes generaciones gocen cada vez de más libertad.