La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, reconoció el viernes el trabajo de la ONG Ayuda Contenedores con la entrega del premio Francisco de Javier 2023. Con este galardón, se destacó su labor en la difusión de la imagen de Navarra “como Comunidad que contribuye al progreso, al bienestar y al perfeccionamiento de la sociedad” a través de sus actividades de recogida de materiales desechados en la Comunidad Foral para enviarlos a países en vías de desarrollo o en guerra

Esta ONG nació en 1995 y, desde 2012, ha repartido un total de 322 contenedores a países de Asia, América, África y Europa. Solo en 2023 distribuyeron un millón de kilos de material a través de 51 contenedores y, en lo que va de 2024, la organización ya ha enviado 19 contenedores. En estos momentos, uno de ellos espera su permiso de entrada a Gaza cargado con 22 toneladas de alimento. Asimismo, Ayuda Contenedores gestiona la entrega de material sanitario, bicicletas, sillas de ruedas, andadores y otros elementos de ayuda a la movilidad, máquinas de coser o tecnología que nuestra sociedad desecha, pero que todavía están en buenas condiciones, de manera que pudieran ser enviados a otros países que los necesitaran y pudieran darles uso

Para el presidente y vicepresidente de la ONG, José María Puig y José Antonio Landa, respectivamente, el reconocimiento les ayuda como altavoz para que les conozcan aquellos que necesitan su ayuda pero, también, como llamamiento para que instituciones, organizaciones y particulares se animen a donar. Un material que Chivite recordó que “se transforma en su destino en oportunidades para el desarrollo a través de mantas, sillas de ruedas, material médico, juguetes, compresas o pupitres”. 

De esta forma, la presidenta del Gobierno foral remarcó que “un contenedor de acero se transforma en educación, salud, juego o igualdad”, labor que, como Puig aseguró, es posible “gracias a tantos y tantos donantes que nos aportan desinteresadamente estos materiales que pueden tener una segunda vida”.

“No se trata de un premio, es ayudar al ayudador”

El contenedor número 322 parte este viernes desde Navarra con destino a Mozambique. Este proyecto en concreto consiste en una colaboración con un misionero que pretende impartir formación en hostelería para ayudar a sus alumnos en la búsqueda de empleo, como explicó el presidente de Ayuda Contenedores, José María Puig. 

Una iniciativa que, según José Antonio Landa, vicepresidente, “ilustra muy bien la forma de trabajar”. Para garantizar que aprendan hostelería, la ONG ha contado con la donación de una planta completa del hotel Blanca de Navarra, que está haciendo reformas. La organización ha desmontado la planta “con todo el cariño del mundo” y se ha embalado para que el viernes salga con destino a Mozambique para ser montada allí.

Otro de los grandes proyectos de Ayuda Contenedores ha sido la creación de las llamadas “cunas térmicas” para bebés prematuros en Cabo Verde. En esta iniciativa, Landa remarcó que la organización ha actuado como “eslabón” entre el diseño de la ONG Medicina Abierta al Mundo, las necesidades del país y el “músculo del proyecto”, los alumnos en prácticas de Salesianos. “De esta manera, en vez de hacer piezas de hierro que luego va a la chatarra están realizando unos elementos que están salvando vidas, por lo que los chavales ven la eficacia y la realidad de lo que están haciendo y de lo que vale”, añadió. 

Los voluntarios

Todo este trabajo no seria posible sin el trabajo desinteresado de voluntarios y voluntarias que desde 1995 envían toneladas de material en buen estado desde Navarra para todo el mundo

El acto de entrega del premio sirvió también como homenaje al impulsor de Ayuda Contenedores y padre del actual presidente, Esteban Puig, quien contó con la ayuda de tres amigos y colaboradores: Víctor Martínez, Pedro Erce y Javier Erice. Este último, médico de 96 años nacido en Potasas, aseguró que el galardón “no se trata de un premio, sino de un método de difusión de un sistema que ayuda, para facilitar que la gente pueda echar una mano y así ayudar al ayudador”.  

Este médico, que ha trabajado en México y en África luchando contra la tuberculosis infantil, recordó que durante estos 30 años en la ONG también ha tenido que hacer frente a situaciones más “desagradables”, como las donaciones que algunas personas hacían de su “basura”. “Se olvidaban que los niños quieren los muñecos con dos piernas y dos manos o el carrito con cuatro ruedas”. 

Sin embargo, rememoró que “hay anécdotas que te hacen disfrutar”. Como “el clásico muchachito que tardaba una hora en ir de su casa a la escuela y otra de vuelta y, de repente, con una bicicleta se reduce el tiempo y además se divierte. ¿De donde salió esa bicicleta? De un trastero de la Calle Mayor. Conviene que se sepa porque hay muchísimas bicicletas en trasteros que pueden cambiar la vida de las personas”.