El euskera requiere de una mayoría amplia que entienda, defienda y apoye su revitalización y su desarrollo futuro en Navarra. Es la conclusión a la que ha llegado Euskaltzaleen Topagunea, un movimiento social formado por cientos de asociaciones y grupos de euskaltzales que esta semana ha presentado en Pamplona las líneas generales de un proceso de análisis y debate que ha llevado a cabo los tres últimos años. Oskar Zapata e Iñaki Sagardoi, portavoces de la asociación, abogan por buscar nuevas alianzas que apoyen el fortalecimiento del euskera desde valores compartidos por la mayor parte de la sociedad navarra.

Estas conclusiones son la puesta de largo de un proceso de casi tres años. ¿Cómo surge la idea?

–Uno de los objetivos estratégicos de Euskaltzaleen Topagunea es que en el futuro la mayoría de la población de Navarra esté a favor del proceso de revitalización del euskera y, en consecuencia, apoye las decisiones necesarias para su fortalecimiento. Y los datos reflejados en las encuestas sociolingüísticas respecto a las actitudes a favor o en contra del fomento del euskera en Navarra son claramente mejorables.

¿Dónde hay que mejorar?

–Después de dos años de reflexión compartida con un grupo amplio y plural de personas hemos identificado diferentes aspectos. Algunos tienen una dimensión más social, otros más política y otros tienen que ver con las percepciones sociales. En este sentido, proponemos crear nuevas alianzas basadas en valores compartidos por la mayoría de la sociedad navarra.

¿Cómo ha sido ese proceso?

–El objetivo inicial era ofrecer una reflexión en torno a las buenas prácticas y divulgar argumentos que ayuden a ampliar las complicidades con el euskara. Incidir en la realidad sociolingüística. Acercar a posturas en favor del euskera a más personas y aumentar la red de aliados. Y por último trabajar el consenso sociopolítico en torno a las medidas reales y efectivas para la revitalización del euskera. En una segunda fase hemos recabado material a través de diferentes foros en los que invitamos a personas de diferentes ideologías, procedencia y residencia. Y con todo ello, llegamos a las conclusiones que nos enseñaron el camino a transitar para ofrecer la propuesta que hemos presentado esta semana.

Ha sido un proceso largo. ¿La propuesta es también de largo plazo?

–Creemos que tiene largo recorrido. El objetivo principal de nuestra aportación es añadir nuevas vías para llegar a una parte de la sociedad que está más allá de ese tercio que apoya la promoción del euskara habitualmente. De forma que a corto y medio plazo una mayoría nítida de la sociedad navarra haga suyas y apoye las medidas necesarias a favor del euskera. O que, al menos, adopte una postura de no obstaculización.

¿Ha sido difícil consensuar un análisis como este en un contexto tan polarizado?

–La metodología utilizada nos ha ayudado mucho. Más que un proceso de discusión ha sido un proceso de conversación donde todas las aportaciones eran igual de validas. Es decir, lo tuyo vale y lo mío también. ¿Es posible hacerlos compatibles? En muchos casos lo es.

-¿Ha faltado autocrítica en el ámbito euskaltzale en los últimos años?

–En todas las partes viene bien revisar lo que se hace y procurar mejorar para obtener mejores resultados. En el mundo euskaltzale, en quien se posiciona en contra del euskera, en quien no ayuda a que avance. Todos deberíamos mirar qué ayuda a la convivencia desde el respeto. Y éste tiene que ir de la mano de la aceptación de las culturas y los idiomas y no desde su negación.

¿Qué valores aporta el euskera a nuestra sociedad hoy en día?

–El proceso de revitalización del euskara tiene que ver con la reivindicación de diversidad, igualdad, sostenibilidad, cuidados, convivencia, respeto, democracia. En ese sentido es beneficioso que el euskera goce de salud en Navarra, contribuye a una sociedad mejor: más rica, más plural… sería un indicador de respeto y reconocimiento mutuo entre personas y culturas, una vía para una convivencia saludable.

Hablan de tejer alianzas. ¿Dónde pondrían el acento?

–Teniendo en cuenta que la realidad social, sociolingüística, identitaria, política cambia continuamente, es importante disponer de una visión social amplia. Buscar alianzas con todas las personas, agentes y colectivos que comparten una visión parecida con respecto a los valores que planteamos en nuestro argumentario y guía de buenas prácticas. Si queremos tejer nuevas complicidades también debemos revisar algunas formas funcionar.

¿En qué sentido?

–A la hora de proponer iniciativas, consideramos fundamental tener en cuenta la heterogeneidad de Navarra, geográfica, ideológica, idiomática, cultural… Es conveniente para todos mirar con frecuencia más allá de nuestra gente más cercana.

¿Cómo se construyen esas alianzas?

–Para construir nuevas complicidades conviene trabajar adecuadamente las formas y actitudes al tratar los temas conflictivos: terminología, estilo, uso de un lenguaje no agresivo, reconocimiento de los avances y retrocesos, hablar de progresividad. Marcar bien las prioridades y medir el impacto de las iniciativas que se planteen. Practicar la empatía mutuamente.

Hay que revisar el discurso sobre el euskera entonces.

–Creemos que puede resultar enriquecedor traer el debate y posicionamiento en torno al euskera a estos nuevos parámetros. Uniformidad frente a Diversidad; Autoritarismo frente a Convivencia. Esto implica un posicionamiento basado en valores, mirando más allá de nuestra comunidad lingüística, que nos sitúa ante la involución democrática que planea en diferentes partes del mundo.

¿Se ha vinculado en exceso el euskera al proyecto político abertzale?

–Es importante trasladar a la sociedad navarra que la actitud a favor del euskera, más allá de ser un asunto de la gente abertzale, es una posición a favor de la diversidad, a favor de la igualdad, a favor de la convivencia, en contra de la uniformización y del autoritarismo. Cuestión, que, en nuestra opinión, debería contribuir a construir nuevas alianzas y complicidades.

Y ahí volvemos a la necesidad de generar complicidades.

–Eso es. En coherencia con la ideología de las personas y entidades que trabajan a favor de dichos valores, inducir reflexiones puede constituir un camino fructífero. Si estamos a favor de la diversidad y de la igualdad es coherente estar a favor del euskera. Y si creemos en la convivencia, es coherente reivindicar y practicar que el euskera tiene cabida en toda Navarra.

¿Cómo se convence a esa parte de la población que ve el euskera con indiferencia?

–Hay dos categorías discursivas que ayudan en ese sentido. Por un lado, los valores que se subrayan desde el pensamiento ecológico, incluyendo la diversidad lingüística, el ecologismo lingüístico. Y por otro, los relativos a la convivencia en la gestión de conflictos. Siempre entendiendo Navarra como terreno de juego.

¿Qué vinculación tiene el euskera con valores como el ecologismo?

–El euskera es un reflejo de la diversidad y de la riqueza cultural de Navarra, como lo es la Selva de Irati por ejemplo. La biodiversidad también incluye la diversidad sociocultural. Al igual que las especies y los ecosistemas, hay que procurar que las lenguas y, especialmente aquellas vulnerables, tengan asegurado un hábitat favorable para su desarrollo.

¿La igualdad, la justicia social o la sostenibilidad son también valores lingüísticos?

El euskera tiene la igualdad como objetivo y conviene actuar con equidad, porque aplicar una discriminación positiva a favor de quien está en situación vulnerable es hacer justicia, es valorar y respetar las minorías. Su promoción contribuye además a la sostenibilidad y a la economía local generando puestos de trabajo. Por todo ello al euskera se le debe proporcionar apoyo, promoción y prestigio. Aporta riqueza a Navarra desde múltiples ámbitos.

¿Qué discursos habría que evitar?

–Los discursos excluyentes, siempre. Somos personas acogedoras, y queremos y necesitamos ser más: queremos formar una comunidad en euskera con muchos colores, clases y lugares de origen.

La convivencia del euskera en Navarra siempre ha tenido un equilibrio difícil. ¿Es posible?

–Los conflictos existen, es natural porque hay diferentes enfoques. Pero la convivencia se construye desde el respeto mutuo, no desde la negación. Todos tenemos responsabilidad, la ciudadanía y la administración. Esta no puede ser neutral. En democracia hay que fomentar y respetar las lenguas y culturas minoritarias, como reconocimiento de la dignidad de todos sus conciudadanos y conciudadanas. En este sentido, las lenguas minoritarias deberían ser promovidas por todas las administraciones.

¿Les preocupa las tendencias euskarafóbicas?

–Todo lo que tenga que ver con ansias uniformadoras y autoritarias nos preocupa, por supuesto. Pero con quien desde una visión democrática tenga una posición hacia el euskara diferente a la nuestra hay que trabajar para entendernos y llegar a acuerdo positivos.

Sin embargo, hay algunos sectores que se han vuelto más beligerantes desde el cambio de Gobierno de 2015.

–El problema viene cuando desde algunos partidos políticos se utiliza el conflicto para captar votos. En nuestra opinión, es importante que los aspectos relacionados con la revitalización del euskera se sitúen fuera de este avispero. También fuera del choque entre identidades nacionales. Proponemos mirar más allá de la habitual observación dicotómica.

¿Cómo se combate ese discurso del miedo que se trata de infundir desde algunos ámbitos en torno al euskera?

–Creemos que puede ayudar hacer un esfuerzo mayor en la socialización de las quejas, prácticas y legítimas demandas de la comunidad euskaltzale. Que estén bien argumentadas será beneficioso para desmontar los prejuicios y percepciones existentes. Lo mismo ocurre con los relatos no ciertos.

No parece fácil convencer a quien no quiere escuchar.

–Es posible, por eso proponemos lanzar mensajes e imágenes comprensibles y creíbles, que sean vistosas y optimistas. Y por supuesto cultivar las relaciones y los afectos con diferentes personas, grupos y afectos desde una posición empática.

Los últimos datos de matriculación apuntan a un incremento del modelo D. ¿Es una buena señal?

–Sin duda es una buena noticia. En nuestra opinión, lo más conveniente y justo es la existencia de un modelo inclusivo de calidad que garantice el conocimiento suficiente para poder vivir en euskera y castellano. Para que todos los ciudadanos y ciudadanas coexistamos en igualdad de oportunidades.

Actualmente conviven diversos modelos lingüísticos. ¿Cuál debería ser la apuesta?

–Lo ideal es un modelo inclusivo de calidad. Pero mientras esa situación no se dé todos los modelos existentes en euskera deben ser modelos de alta calidad. Todos. Tanto el modelo D como el B o A. Para eso deben tener objetivos ambiciosos, una disposición de mejora y un reconocimiento dentro de las posibilidades de cada uno.

-¿Se ha infravalorado del modelo A? Es el primer contacto con el euskera para muchas familias.

Ahí sí creemos que el modelo A puede hacer una labor importante como puerta de entrada al idioma y sus hablantes. En los pueblos o centros escolares donde el contacto con el euskera es inexistente, sería deseable que tuviesen el euskera entre los idiomas a conocer. Ayudaría a la comprensión y convivencia entre los navarros y navarras.

¿Cómo se suma a los nuevos sectores poblacionales surgidos de las migraciones de los últimos años?

–Empatizando y ofreciendo posibilidades de inclusión. En los modelos en euskera queremos recoger la diversidad que existe en la sociedad, queremos compartir con todos lo nuestro y lo de todos. No se necesita pasaporte para pertenecer a la comunidad del Euskera, está abierta a todas las personas que viven lejos del euskera. La identidad navarra es beneficiosa para todas y todos, cercana, tuya, compartida, independientemente del lugar de origen.

¿El euskera y la navarridad son compatibles?

–El euskera es lengua autóctona de Navarra, querida por muchos y muchas ciudadanas, tienen gran aceptación y es símbolo de la identidad navarra. En ese sentido independientemente de tu apuesta por un proyecto de estado nacional, la promoción del euskera es una opción a favor de la identidad navarra.

-¿También lo son entonces el euskera y la modernidad?

–Totalmente. El euskera no es solo un indicador, un elemento típico de ciertas personas que lo hablan. Es de todos y todas, adaptándolo a la manera de cada cual, puedes ser vascohablante a tu manera, enriquecido por otras culturas, completado con otras identidades, puesto que las personas tenemos identidades complejas.